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Alejandro A. Tagliavini

“Revoluciones” son literatura

Edmund Burke, aunque nacido en Dublín es considerado el padre del conservadurismo liberal británico, y uno de los principales críticos de la epopeya gala cuyo nuevo aniversario se festejó el 14 de julio. En 1790 se publicaron sus “Reflexiones sobre la Revolución francesa”, con la que inaugura su denominada “epistemología de la política” (un sistema de empirismo político), donde critica en duros términos el escaso respeto por la tradición del “common law”, en los nuevos principios “revolucionarios” que le parecían demasiado abstractos y contrarios a la libertad de los individuos.

Esta “revolución”, homicida como pocas, fracasó como toda violencia en sus objetivos declarados. Cambió una monarquía absolutista por un régimen más violento e impuso la tradición del “código civil”, o sea, la planificación estatal central, contra la tradición del derecho común creado a través de los tiempos por los usos y costumbres de las personas. E instaló la “democracia” como dictadura de las mayorías, ya que los usos y costumbres dejaban de tener valor frente a la capacidad racionalista del Estado central planificador, manejado por las mayorías, a través del voto “democrático” (el mismo que llevó a Hitler al poder).

Dejemos de lado la comparación de las sangrientas “revoluciones libertadoras” de América con los procesos que llevaron la independencia, sin derramamiento de sangre, a países como India y Canadá, y dejemos de lado la “revolución” castrista que instaló uno de los gobiernos literalmente más conservadores (todavía dirigido por los mismos gerontes), y analicemos las árabes que tanto entusiasmo trajo a muchos al punto que la OTAN promovió una matanza contraproducente, como toda violencia.

Caído el tirano Mubarak, desde el 30 de junio Egipto tiene a su primer presidente “electo democráticamente”, Mohammed Morsi, líder de la Hermandad Musulmana, el partido madre del Hamas palestino y la mayor fuerza nacionalista islámica, que siempre ha sido socialmente conservadora y teocrática y opositora a EE. UU. e Israel. Movimientos similares han terminado siendo los beneficiados de las “revoluciones” en Libia y Túnez.

Morsi dice que respetará los acuerdos internacionales (incluido el que acepta a Israel) aunque está bajo la presión de sus bases y su doctrina integrista mahometana. Sucede que no fue investido ante el parlamento sino ante el Tribunal Supremo Constitucional, controlado por el Consejo Supremo de las FF. AA., el mismo que respaldaba a Mubarak y que ha impuesto que no se acepte instaurar el parlamento electo donde los nacionalistas musulmanes son mayoría. Es decir que Egipto sigue manejado por la misma élite militar que se ha beneficiado con la billonaria ayuda (¿soborno?), financiera y bélica, de Washington.

Siria, parece la próxima de estas “revoluciones” que son siempre destructivas porque los “cambios radicales” necesariamente tienen que ser violentos ya que, espontáneamente, no se dan en la naturaleza donde todo se desarrolla y crece por maduración. Por el contrario, los problemas se solucionan con más paz y libertad. Para empezar, habría que levantar toda restricción a la libre circulación, con Siria, de personas, bienes y servicios financieros y de todo tipo lo que permitiría una mayor integración del pueblo con el mundo y un mayor beneficio a la espera de que, tarde o temprano, la tiranía caiga por su propio peso. El autor es Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

Opinión Dublin Edmund Burke revolución archivo

COMENTARIOS

  1. GUICAG
    Hace 12 años

    ES “LA LITERATURA DE LA REVOLUCIONES”, TAN ALEJADA DE LA RACIONALIDAD COMO FORJADA A BASE DE C. ES CULPA DE LOS SALVADORES DE PATRIAS E “ILUMINADOS CON-VERSOS” Y SIN RIMA. Los mismos que han hecho realidad el dicho: el que mejor se arrima mayores ventajas saca, mientras los honestos limpian la c. Es como el refranero gitano, donde muchos hablan de honestidad después de haber metido en la arcas la mano o silenciado pasadas aberraciones del comandante tirano.

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