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Los diez minutos que acaban con el mundo

No creo tener alma de ambientalista ni ecologista, pero hay algo que siempre me preocupa y es la forma en que acabamos con lo que nos rodea.

La naturaleza ha estado ahí antes de nosotros. La naturaleza no se opuso a nosotros. La naturaleza nos ayudó a desarrollarnos y a sobrevivir, pero nosotros la hemos ignorado, rechazado y contaminado. 

Una de las maneras más rápidas en que vamos asfixiando nuestra naturaleza y a nosotros mismos, es la masiva industria de la maderería. Yo no sé cuántos, pero deben ser miles de millones de árboles que son cortados a diario para hacer casas, muebles o porque simplemente nos estorban en el camino. Una vez en medio de una calle donde yo vivía, había un árbol. Primero se hizo una pequeña fortaleza a su alrededor para hacer visible el árbol a los conductores, pero como hubo muchas quejas, derribaron el árbol. 

Siempre que iba de camino al supermercado, pasaba viendo el lugar donde había estado el árbol. Era un árbol bastante joven. Su tronco no era tan grueso y sus ramas eran cortas, como los brazos de un niño.

Cuando llegaba al supermercado olvidaba el asunto hasta que volvía a pasar por el mismo lugar. Llegaba a la casa, sacaba las compras y dejaba las bolsas plásticas en otra bolsa más grande donde las iba recolectando hasta que un día me puse a contarlas. En seis meses tuve más de doscientas bolsas plásticas. 

Desde el supermercado a la casa, solo me tardaba unos diez minutos. A veces menos dependiendo del tráfico y la hora. Y las bolsas, las bolsas seguían multiplicándose. Un día me puse a calcular cuántas bolsas tendría la gente que regularmente va al supermercado. Si son cinco bolsas por persona y llegan doscientas personas diario, son mil bolsas plásticas por día. En un mes son treinta mil bolsas plásticas. En un año son 360 mil bolsas plásticas. 

Trato de imaginarme esa cantidad de bolsas plásticas en un solo lugar. Dicen que en el mar hay una isla de plástico que es 12 veces más grande que Nicaragua. He averiguado también que el plástico dura unos mil años en desaparecer. He visto fotos de peces atrapados en redes plásticas. He visto una imagen de una tortuga comiéndose una bolsa plástica. He visto una gaviota tragarse un trozo de plástico cubierto con salsa de tomate. 

Ese invento creado en 1860 nos está ahogando. Sé que a muchos les parecerá exagerado, pero sí, estamos acabando no solo con la naturaleza, sino con nosotros mismos. Así como aquellos que sin pensarlo dos veces derribaron el árbol para que los conductores tuvieran más comodidad, por esos diez minutos en los que usamos bolsas plásticas para guardar nuestras compras, estamos envenenando todo a nuestro alrededor.

Yo me digo: No seamos como los que derribaron el árbol para que los conductores no tuvieran que perder tiempo girando un poco el timón de sus vehículos. El próximo día que vayamos al supermercado, utilicemos un solo bolso grande donde carguemos nuestros productos y así haremos la diferencia que necesita el mundo.

El autor es periodista y escritor.

Ver en la versión impresa las páginas: 10 A

Opinión minutos Mundo archivo

COMENTARIOS

  1. E. Arturo Castro Frenzel
    Hace 12 años

    Antes en las ventas todo se empacaba con papel periódico y, en las más “lujosas”, se utilizaban las de papel kraft. Había una industria casera, gente que de eso vivía, de hacer bolsas de papel kraft. Por eso ahora les recomiendo ver este video. Es duro, pero es real. Vale la pena que lo hagan circular, especialmente en escuelas y centros donde mucha gente lo vea. Creo que las imágenes son más que suficientes para comprender el triste mensaje:

    http://www.midwayfilm.com/

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