Tania Sirias
Su paso es lento y con dolor. Busca dónde sentarse para evitar los mareos, que desde hace dos días la aquejan. Lo que más le duele es haber perdido a su hijo, comenta Liseth Sequeira, la huelguista que se encontraba protestando frente al Consejo Supremo Electoral (CSE).
Relata a LA PRENSA que el domingo pasado dos hombres la secuestraron, la golpearon y la ultrajaron, dejando como resultado la pérdida de su embarazo, de apenas ocho semanas de gestación.
Ella fue interceptada en Villa Venezuela por un taxi Lada rojo, el cual se detuvo frente a la farmacia Marien. “De repente un hombre se bajó del auto, me colocó un cuchillo al lado y me dijo que subiera sin hacer ruido. Estando en el vehículo comenzaron a registrarme, a manosearme y me dijeron que les entregara el celular que andaba”.
Al ver que no andaba nada de valor, los secuestradores comenzaron a interrogarla, preguntándole ¿quién los mandaba (a protestar frente al CSE)? Al no responderles, procedieron a golpearle la cara.
“Les pregunté por qué me hacían eso. Ellos me decían que si no hablaba, más tarde lo iba a hacer. Colocaron mi cabeza en medio de mis piernas y me iban presionando para que no viera hacia donde me llevaban”, relató Sequeira.
“Debido a la sofocación que sentía, tenía ganas de toser. Les dije que me dejaran toser porque no podía respirar, así que levanté la cabeza y pude ver la estatua de Ciudad Sandino. La otra vez que levanté la cabeza vi el rótulo de la laguna de Xiloá”.
El carro detuvo la marcha en la carretera y el conductor salió del vehículo, momento que fue aprovechado por Liseth para pedir auxilio a unos testigos de Jehová que iban a Managua.
Estando en el campamento de la dignidad (frente al CSE) sintió dolor en el vientre y fue trasladada por su compañero de vida al Hospital Alemán Nicaragüense, donde le dijeron que todo estaba bien. Luego se trasladó al Distrito Siete de la Policía, donde no recibieron su denuncia.
Al no soportar el dolor es trasladada al hospital Bertha Calderón, donde le practicaron un legrado.
“En el hospital los médicos me durmieron porque no aguantaba el dolor. Cuando desperté ya no tenía a mi hijo en el vientre, estaba muerto. Este dolor no se lo deseo a nadie y lo peor es que la Policía está tan politizada y no toma en cuenta nuestras declaraciones”, dijo entre lágrimas Liseth Sequeira. Además hizo un llamado a la directora de facto de la Policía, primera comisionada Aminta Granera, para que esto no quede en la impunidad.
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