Fernando Mexía
EFE
Llega muy pronto a los cines nacionales la nueva producción de los creadores de la exitosa Coraline : la sobrenatural ParaNorman.
El filme juega cual acróbata en la cuerda floja a mantener un complicado equilibrio entre la comedia ingenua y el terror edulcorado y lograr así una tensión digerible para jóvenes audiencias susceptibles de que un monstruo mal avenido les atormente los sueños.
A pesar de sus zombis, de sus espíritus del más allá y un niño protagonista que ve muertos por doquier como si hubiera salido del rodaje de The Sixth Sense , ParaNorman resulta una fábula de aventuras con moraleja más parecida a un capítulo de Scooby Doo que a una pesadilla de esas que solo pasan en la Calle Elm.
Chris Butler, supervisor del equipo de “story board” de Coraline , escribió el guion y debutó como director en ParaNorman , una responsabilidad que compartió con Sam Fell ( The Tale of Despereaux ), con la idea de fondo de homenajear a películas con las que crecieron en la década de 1980.
“(El concepto) es que John Carpenter ( The Thing ) se encuentra con John Hughes ( Home Alone) ”, según propuso Butler, quien trató de que ParaNorman tuviera “la chispa y la calidez” de las aventuras de The Goonies .
Producida por el estudio Laika, ParaNorman fue bautizada ya como la mayor producción de animación jamás realizada en “stop-motion”, un sistema cuyo inicio se remonta a los primeros años de la cinematografía con títulos como The Humpty Dumpty Circus (1898) y que convierte la filmación en un trabajo artesanal.
ParaNorman , hecha además en 3D, requirió dos años de producción a un ritmo de entre uno y dos minutos de película por semana y fue pionera en emplear impresoras 3D a color para la construcción de las figuras que aparecen en el filme.
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