Wendy Álvarez Hidalgo
Si el ingreso per cápita de Nicaragua continúa creciendo al ritmo de los últimos cuatro años —2.8 por ciento promedio anual— se necesitarán entre 50 y 70 años para igualar la renta media que tiene un costarricense: 7,660 dólares en 2011. En contraste el de un nicaragüense fue de 1,170 dólares, según los últimos datos del Banco Mundial (BM).
Las cifras del organismo financiero multilateral están ajustadas a la tasa inflacionaria del 2011 y a la cambiaria, tomando como referencia el tipo de cambio promedio de los últimos tres años. Al disgregar ambas variables o devaluaciones, el ingreso per cápita de Nicaragua se eleva a 1,239.2 y el de Costa Rica a 8,884.6 dólares.
Los economistas aclaran, no obstante, que el ingreso per cápita no refleja fielmente el nivel de bienestar general de las personas porque no “dice nada” sobre la distribución real de la riqueza, pero sí muestra la capacidad de producir riqueza de una persona, cuyo indicador se calcula distribuyendo en partes iguales el Producto Interno Bruto (PIB) entre la población de un país. Esa fórmula matemática refleja, entonces, que Nicaragua anda muy mal porque es el único en la región con renta media no mayor a los 1,200 dólares.
De hecho, al comienzo del último quinquenio el país fue el único en Centroamérica y Panamá con el ingreso per cápita inferior a los mil dólares. Este rezago se ha mantenido a lo largo de este periodo mientras las economías más sólidas avanzan a paso agigantado, igual que Honduras y Guatemala que tienen similitud con la nicaragüense.
ASIMETRÍA SE AGRAVA
Cada año la brecha se profundiza. En 2011 el ingreso per cápita de un nicaragüense subió en cifras reales 70 dólares mientras que en el de un costarricense fue de 800 dólares. En Honduras aumentó 100 dólares, en Guatemala 130 dólares, en El Salvador 110 dólares, y en Panamá superó los 900 dólares, siendo el incremento en la renta por persona más alto de la región. Nicaragua solo se adelantó a Belice, que ya de por sí tiene un alto nivel de vida, con 50 dólares, según se desprende del informe del BM.
El futuro a corto, mediano y largo plazo no es alentador. El país difícilmente podrá alcanzar, incluso, los niveles de ingresos que recibe un hondureño (1,970 dólares en 2011) y, peor aún, los de un costarricenses o panameño. Las interminables deficiencias en el aparato productivo, la baja calidad en la educación y la necesidad en infraestructura diluyen cualquier posibilidad de mejoría.
Los expertos insisten en que el Producto Interno Bruto de Nicaragua debe crecer en los próximos años más del siete por ciento si se quiere lograr la reducción de pobreza. “Hay países que no crecen tan fuertes, pero tienen una mejor distribución del ingreso a través de las políticas públicas, generando empleos productivos” y por ende el poder adquisitivo de la gente se eleva. También se debe mantener estable el crecimiento poblacional, precisa.
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El director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense de Desarrollo Económico y Social (Funides), Carlos Muñiz Bermúdez, dice que el problema es que el país todavía no ha recuperado los niveles de productividad de hace casi cuatro décadas. En la década de los ochenta la productividad nacional se desplomó por una economía asfixiada por el conflicto armado interno y por el bloqueo económico internacional.
Muñiz estima que a Nicaragua le tomará casi 17 años y medio cruzar la barrera de los 2,000 dólares en el ingreso per cápita si no se crece a un ritmo del siete por ciento. “El crecimiento y el bienestar económico de los países depende de la disponibilidad de la calidad de la mano de obra”.
En 2011, según cifras oficiales, la economía nacional se expandió a una tasa del 4.7 por ciento y la pobreza general y extrema retrocedieron cuatro y ocho décimas, respectivamente.
El investigador y catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), Rómulo Sánchez, sostiene que el PIB per cápita “seguirá siendo bajo mientras la capacidad de crear riquezas de nuestro sistema productivo no aumente y la productividad del trabajador sea muy reducida. Esto último es clave para disminuir la inequidad y la pobreza”.
Y apunta: “En Nicaragua el crecimiento del PIB no ha sido efectivo para reducir la pobreza y la desigualdad, pero tenemos a 180 personas con más de 30 millones de dólares en riqueza”. Es por esa razón, precisamente, que el PIB per cápita no refleja con exactitud la verdadera distribución de riqueza de un país.
El 44.1 por ciento de la población nicaragüense vive en pobreza general y un 8.2 por ciento en pobreza extrema, según datos al 2011 de la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (Fideg).
“La experiencia de algunos países evidencia que altas tasas de crecimiento logran disminuir pobreza con más celeridad que un crecimiento más lento”, apunta Sánchez.
Pero no solo basta crecer. Este crecimiento debe ser inclusivo porque de lo contrario el impacto es menor en la lucha contra la pobreza. “Solo el crecimiento que incluye a la gente disminuye la pobreza porque potencia las oportunidades productivas”, enfatiza. El problema es que en Nicaragua “los beneficios del crecimiento no se bifurcan de los ricos a los pobres de manera automática”.
El sociólogo Cirilo Otero coincide con los planteamientos del catedrático e invita a echar una mirada a la experiencia en Costa Rica, el país centroamericano que lidera junto con Panamá los ingresos per cápita más altos de la región y que se acercan a los niveles promedios en América Latina que es de 8,544.4 dólares, según datos del BM.
Pero ¿qué hace Costa Rica —la nación vecina de Nicaragua— para lograr esos altos niveles de ingreso medio por persona? En palabras de Otero, “ha invertido en los últimos ochenta años en la preparación de sus recursos humanos, es decir, ha invertido en capital humano, entonces esa mano de obra se cotiza con un alto precio en el mercado laboral regional y puede competir en el mercado internacional”.
En eso coincide el director de Funides y señala que esa inversión es lo que le ha permitido a ese país elevar su productividad, haciendo énfasis en la educación, cumpliendo la ley y garantizando estabilidad política.
MAYOR INVERSIÓN
Los economistas han insistido en que el país debe destinar al menos el siete por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en Educación para transformar el sistema que carece de calidad tanto en infraestructura, en la enseñanza y el capital humano.
También se debe cambiar el sistema productivo del país. Eso abarca inyectarle tecnología al sector agropecuario carente de condiciones para afrontar choques externos, como por ejemplo, los efectos del cambio climático. Esto pasa por ayudarle a los productores a buscar mercados para que el sector se autoinyecte liquidez.
El director de Funides recuerda que el bienestar económico de los países depende también de la dotación y calidad de capital: tierra, carreteras, puertos, energía eléctrica, maquinarias, entre otros.
NO TODOS ALCANZAN LA RENTA MEDIA
P ero afirmar que la renta media de cada nicaragüense en 2011 fue de 1,170 dólares, tal como lo estima el Banco Mundial (BM), no es del todo apegado a la realidad, porque en Nicaragua hay personas que no logran ese ingreso anual, según sostiene el sociólogo Cirilo Otero, quien señala que eso se debe a los altos niveles de pobreza en el país.
Los que sí logran ese ingreso significa que en promedio cada mes acumulan 97.5 dólares con lo que solo se puede comprar el 34 por ciento de la canasta de bienes y servicios que se ofertan en el mercado nacional. La actual cesta familiar, compuesta por 53 productos, se cotiza en 10,700 córdobas. “Por tanto no hay como salgan de la pobreza extrema las personas que solo alcanzan el ingreso per cápita”, es decir se deben elevar más los ingresos en Nicaragua.
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