Arnulfo Agüero
Esta investigación inició en el 2004 y explora la cosmovisión indígena del Caribe nicaragüense. Trata en su contenido sobre el cuido de la tierra, religión, ritos, ceremonias, medicina natural, música, danza, la muerte y animismo, al final reflexiona sobre el racismo visto desde la comunidad.
De entrada da a conocer el Credo de la espiritualidad Indo Caribeña, que nombra a Dios como “Dawan”, el gran padre de la tierra “Wan Aisa Tara”. En sus párrafos siguientes invita a una confraternidad naturalista, no solo entre los seres humanos, sino con la flora y la fauna.
En esta cultura indígena el sukia es uno de los personajes claves: es el vidente, médico-sacerdote, naturalista, maestro de conjuros o encantador. Las plantas son “espíritus maestros”. El uso de máscaras, disfraces y trajes de animales como panteras o tigres, también forman parte del componente ritual y cultural.
Durante la iniciación como curandero, sufre una “muerte simbólica” seguida de la “resurrección”. Estos viajes tienen la finalidad de buscar senderos de cura para las enfermedades o crisis que aquejan a los miembros de la comunidad.
Estas manifestaciones han dado pauta a interpretaciones fenomenológicas, terapéuticas y etnoculturales, relacionadas al mundo de la naturaleza, las costumbres heredadas de sus ancestros, así como anímicas, explica en una de las páginas Cox.
Por ejemplo, precisa que la danza cumple una función de transmitir energía a los miembros de la familia y la comunidad, son colectivas, una de ellas es la Danza de las máscaras propia de los grupos indígenas que habitan las fronteras entre el norte, Nicaragua y Honduras. Algunas costumbres similares la tienen los Waini de Panamá, con quien se relacionaron los miskitos.
El vuelo del alma, es una práctica trascendente de las comunidades de Klar y Kum, río Coco abajo, donde la persona entra en trance controlado acompañado de cantos, llamado “yapi kaikan”, que significa soñar y reír.
Este escape busca soluciones sicoterapéuticas. La música, el canto y la danza son parte esencial de estas expresiones culturales y espirituales, donde las deidades están relacionadas a la tierra, las plantas, y el agua, vistas como generadoras y protectoras de la vida.
LUCIÉRNAGAS
Cuando el cuerpo expira queda en “tihmia” (en las tinieblas) o en “yapri” sauhkan tara” (gran sueño). El alma llamada “lilka” se adentra a la oscuridad y llega a ser parte de pequeñas dimensiones de luces intermitentes y verdosas emitidas por el “tilam” (las luciérnagas).
Por esta razón los miskitos no las matan porque puede ser alguno de sus parientes o amigos. Tres días después se realiza el ritual de la captura del alma. En la noche los sukias llevan sonajas en sus manos y toman chicha de maíz o yuca. Pueden pasar varios días en su búsqueda hasta su captura.
Cuando por fin es capturada es envuelta en algodón y metida en una cajita de madera, y el sukia se reúne con la familia y habla en nombre del difunto: “Estaré entre ustedes 30 días después me tendrán que preparar mi casita donde estaré un tiempo corto antes de viajar hacia “yopti Misry” (cielo), donde estaré con todos nuestros ancestros”. Este ritual es visto como un proceso hacia una vida superior.
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