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LA PRENSA/ARCHIVO

Raíces de la danza

No es una tarea fácil descifrar cómo y cuándo empezamos a bailar de la forma como lo hacemos, ya que la riqueza y variedad de danzas, ritmos y movimientos introducidos por los españoles durante la Colonia fueron gestando una danza nueva con la pérdida en algunos casos, o la transformación en otros, de los pasos y antiguos ritos ceremoniales indígenas.

Irene López

No es una tarea fácil descifrar cómo y cuándo empezamos a bailar de la forma como lo hacemos, ya que la riqueza y variedad de danzas, ritmos y movimientos introducidos por los españoles durante la Colonia fueron gestando una danza nueva con la pérdida en algunos casos, o la transformación en otros, de los pasos y antiguos ritos ceremoniales indígenas.

Durante la Colonia, los españoles nos trajeron danzas que en ese tiempo estaban de moda en España y en el resto de Europa, las cuales se fueron mezclando paulatinamente con las danzas nativas, adoptando pasos, formas y estilos, lo que fue originando una nueva forma de danzar.

Entre las danzas que vinieron de Europa están: pavana, contradanza, gavota, minueto, gallarda, rigodón, morisca y algunas más.

El zapateado de origen gitano.

El fandango y las seguidillas de origen andaluz.

La zarabanda, la chacona, el valse, las polcas y las mazurcas.

Todas llamadas danzas de salón y danzas populares. Estas danzas se bailaban en las fiestas de los ricos españoles. Los indios sirvientes y los negros esclavos de las casas ricas veían esos bailes y los imitaban.

Asimismo, los españoles trajeron a América, junto con sus danzas, la música, instrumentos, vestuario y accesorios de moda en la Península, difundiendo su uso entre las poblaciones americanas.

El uso del abanico era de rigor para las damas. Los saludos y reverencias sosteniéndose el vestido al bailar estaban presentes en muchas de las danzas de la época. Los caballeros usaban el sombrero, la capa, los saludos y reverencias.

Continuamente llegaban de Europa nuevas danzas, las que se iban mezclando con los ritmos ya existentes y sufrían transformaciones en cada lugar al que iban llegando, para adecuarse a las propias características, adquiriendo nuevas formas, pasos, estilos, nombres, vestuario y accesorios con que el bailante iba adornando cada danza.

Aparecen así, adornos y parafernalias que ya fusionados con los que usábamos antes, dieron paso a la variedad de elementos complementarios y a diferentes atavíos como: sombreros, abanicos, cintas, flores, rebozos o tapados, chischiles, plumas y otros.

Cultura Danza Nicaragua orígenes raíces archivo

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