El pasado 15 de agosto quedó instalado el Grupo Parlamentario de Amistad con el Reino Unido de Gran Bretaña, compuesto por siete diputados, de los cuales solo asistieron cuatro a la instalación desdiciendo de la puntualidad británica, pero en fin, aunque uno llegó tarde, hubo quórum de ley dando lugar al inicio de la pequeña reunión.
Por eso un tanto sorprendido, fue que en son de broma le dije por teléfono a un miembro que no asistió que se habían perdido del “boleto a Londres” que un funcionario de la embajada británica había llegado a repartir a los primeros tres diputados que asistieran al intrascendente compromiso, honrando la puntualidad de que los británicos con justa razón se vanaglorian.
Los grupos parlamentarios de amistad se conforman en la Asamblea Nacional (AN) por diputados que se apuntan voluntariamente a promover las relaciones entre Nicaragua y algún otro país en razón de alguna afinidad o admiración que profesan a esa nación. Debo decir que a mi me tocó el Reino Unido y la República de China Taiwán, en el primero porque allí aprendí inglés y en el segundo por haber sido embajador y haberme tocado la tarea de restaurar las relaciones diplomáticas que se habían roto en los años ochenta.
Volviendo a la intrascendente primera reunión del Grupo Parlamentario del Reino Unido de Gran Bretaña, ocurrió allí un pequeño suceso, también casi intrascendente, pero que me da pie a relatarlo, en un artículo trascendente, aunque sea para sacarle una sonrisa al lector.
La reunión estaba siendo presidida temporalmente por el doctor Pablo Ferrey, director de Asuntos Jurídicos de la AN, un hombre muy respetado por su profundo conocimiento de todas las leyes, particularmente las que rigen el parlamento.
Estando allí, el doctor Ferrey explicó a los presentes el motivo fundamental de la cita según el reglamento: elegir a la directiva del Grupo Parlamentario: un presidente, un vicepresidente, primer secretario y segundo secretario. Fue en ese momento que tuve la genuina aspiración de proponerme para el cargo de presidente, lo cual hice, debo confesar, sin falta de modestia y un poco inspirado o motivado por el éxito de los juegos olímpicos recién pasados.
Pero no había terminado de lanzar mi candidatura, cuando el doctor Ferrey me aclaró que según el reglamento no era posible que yo mismo sometiera mi candidatura, sino que tenía que ser propuesto por otro de los presentes, que eran: el diputado Jorge Castillo Quant del PLC, la diputada Gloria Raquel Dixon y el diputado José Ramón Sarria Morales.
No puede ser, repliqué con ironía a los presentes (aguantándome la risa), que en este país donde todo se puede, donde es posible que el presidente se pueda reelegir contra una prohibición expresa de la Constitución y que decenas de magistrados con cargos vencidos puedan continuar ilegalmente e indefinidamente en sus cargos, yo no pueda aspirar a presidir el Grupo Parlamentario de Amistad con Reino Unido.
Todos se rieron, pero nadie me propuso o secundó mi humilde propuesta, sino que el diputado sandinista José Ramón Sarria Morales propuso como presidente al doctor Jorge Castillo Quant, lo que de inmediato fue secundado por la diputada Gloria Raquel Dixon.
No obstante, luego de esta elección me propusieron para primer secretario, cargo honorífico que gustosamente acepté, no sin antes haber dejado bien claro el contrasentido de que en este país lo que no debería de ser posible es nuestra realidad cotidiana, gracias a un poder arrollador de leyes y lo que debería de ser posible, no es posible cuando la buena voluntad tropieza con el reglamento.
El autor es diputado por la Bancada Democrática Nicaragüense.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A
