El lunes de esta semana se dio a conocer oficialmente que dos alianzas y tres partidos quedaron inscritos para participar en las elecciones municipales del próximo 4 de noviembre. De los solicitantes solo fue excluida la Unión Demócrata Cristiana (UDC), que hasta fines de julio pasado era aliada del FSLN y Daniel Ortega, supuestamente porque no presentó candidatos en el ochenta por ciento de todos los municipios del país, por lo menos, como establece el artículo 82 de la Ley Electoral para tener derecho a participar en las municipales.
Que el partido UDC no presentara candidatos en el ochenta por ciento de los municipios es verosímil. En realidad, son tres los partidos (FSLN, PLI y PLC) que visiblemente tienen presencia en todo el país y en todo caso en el ochenta por ciento de las jurisdicciones municipales. Lo que no resulta creíble es que otros micropartidos incluso más pequeños que la UDC, puedan tener la organización y la cobertura nacional suficiente como para llenar y hasta superar el requisito que determina el mencionado artículo 82 de la Ley Electoral.
Ciertamente, es muy difícil —por no decir imposible— creer que es verdad, como dice el CSE, que la Alianza por la República (Apre) presentó candidaturas en el 98 por ciento de todos los municipios del país, lo cual equivale a 6,223 candidatos. Esta cantidad significa, según los datos de la información publicada ayer por LA PRENSA, 325 personas más que todos los votos obtenidos por ese micropartido en las elecciones nacionales del año pasado, en las cuales solo tuvo 5,898 sufragios. Y lo mismo ocurre con la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), que en las elecciones pasadas alcanzó únicamente el 0.4 por ciento de los votos totales, pero ahora, como por arte de magia o más bien como resultado de un artificio fraudulento del CSE, dicho micropartido supuestamente presentó candidatos en el 83 por ciento de los municipios.
Es evidente que el CSE ha aplicado un doble rasero a las candidaturas de los partidos pequeños. A la UDC no le han inscrito sus candidatos pero sí inscribieron a los de los otros micropartidos que son igual de pequeños o más todavía, porque el FSLN y Daniel Ortega han querido castigar a ese grupo socialcristiano por haber roto la alianza que mantenían desde hace 12 años. De todas maneras, sería interesante que algún organismo cívico independiente pudiera auditar las candidaturas de los partidos que fueran inscritas, aunque solo fuese para poner en ridículo al CSE de facto
En círculos opositores se comenta que en realidad todo esto es una comedia. Consideran que la UDC solo ha simulado presentarse a las elecciones en forma independiente, como una estrategia maquiavélica del FSLN para fragmentar, rapiñar y disminuir todavía más el ya precario voto opositor e independiente. Se asegura que al aparentar que le niega la inscripción a la UDC, el CSE le ha dado la oportunidad de hacerse propaganda, pero en el momento oportuno rectificará la decisión e inscribirá finalmente las candidaturas del grupo socialcristiano.
Puede ser que así sea, pues todo es posible en la degradada política que se practica en Nicaragua, particularmente en las sombrías alturas del poder.
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