El abuso de poder, la violación a la Constitución Política de Nicaragua y demás cuerpos normativos, un Consejo Supremo Electoral (CSE) con personajes que usurpan el cargo de magistrado porque no han sido nombrados por la Asamblea Nacional, una oposición mediocre y mezquina, una sociedad que se acomoda a las circunstancias y la falta de verdaderos líderes en organizaciones políticas, sociales y económicas, son algunas de las circunstancias que aprovecha el régimen tiránico del presidente inconstitucional Daniel Ortega Saavedra para perpetuarse ilegalmente en el poder.
Lo que ha hecho el CSE al servicio de Ortega con dejar fuera de las elecciones municipales a la Unión Demócrata Cristiana (UDC) y premiar a la Alianza por la República (Apre) y Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) confirma las pretensiones malsanas de los dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) cuya naturaleza ha sido la violencia, así como el irrespeto a la Ley y democracia.
Aunque se presume que esto de la UDC podría ser uno más de los amarres de su dirigencia con Ortega, lo cierto es que los electores que han creído en esta organización política, ahora resultan afectados porque no podrán poner fin a la ilegalidad y la corrupción en varias alcaldías del orteguismo.
En algunos municipios los candidatos a alcaldes de la UDC eran una opción para evitar que el FSLN siguiera gobernando con candidatos, que en varios casos son alcaldes designados por el CSE de Ortega luego del fraude electoral del 2008.
En medio de todo esto, también se presume que los votos de los candidatos de la UDC serán endosados al FSLN o, en el mejor de los casos, los candidatos de la UDC podrían ir a elecciones a última para evidenciar una falsa democracia de la tiranía. Pero esto último es difícil. En fin, de todo se puede esperar en este sistema político con una serie de problemas en su estructura y funcionamiento donde un ejército de serviles y oportunistas del orteguismo está lucrándose de lo que pagan los contribuyentes o de los recursos externos y que con una actitud cínica dicen como gran cosa: “Estamos en el poder ¿y qué?” Se olvidan que ese poder no es para siempre.
Hace algunas semanas escribí que no hay por qué votar, pues cada día que avanza el calendario electoral el cerco de las arbitrariedades va dejando en ventaja al FSLN por sus actos deleznables, típicos de una organización corrupta y abusiva.
La población en cada municipio debe hacer respetar su voluntad en las próximas elecciones y castigar los abusos de los dueños del FSLN en el poder, que además han impuesto a una serie de candidatos a alcaldes y vicealcaldes producto del fraude de 2008. Los electores pueden votar por los candidatos de la Alianza PLI o del PLC, según valoren dichas opciones.
Es por eso que en los municipios donde se conservan principios, valores, respeto a las leyes, a la democracia, a la gobernabilidad, a la transparencia, respeto a lo ajeno y deseos de impulsar el desarrollo integral acompañado de una buena educación, los distintos sectores (sociales, políticos, económicos, religiosos, culturales, etc.) deben trabajar con la juventud y por una juventud sana, en la formación de verdaderos líderes que piensen en un futuro digno de los pueblos.
Forjar personas que cumplan con lo que prometen a la comunidad, que sean honradas, que luchen contra flagelos que deterioran a la sociedad (drogas, alcohol, prostitución, corrupción pública y privada, etc.). Las nuevas generaciones deben aprender a respetar todas las leyes, pero sobretodo lo más importante de nuestro sistema jurídico que es la Constitución Política. Además, que conozcan que uno de los aspectos fundamentales es la confianza mutua entre el individuo y la sociedad sobre la base de la transparencia y no con chantajes o amenazas.
En la construcción de estos nuevos líderes juegan un papel muy importante personas que antes de ser, siendo y después de ser funcionarios públicos, su contribución a la comunidad es indiscutible y digna de emular porque solo beneficio han proveído con sus propios esfuerzos. No han necesitado ser alcaldes para apoyar con vivienda, salud, educación y aporte económico a los más necesitados. En su naturaleza ha estado ayudar y ese tipo de personas debería estar al frente de una Alcaldía, de una curul en la Asamblea Nacional, de un ministerio o en la misma Presidencia de la República. Ahora que casi todo está perdido, hay que pensar en el futuro y ojalá que para las próximas elecciones nacionales el pueblo de Nicaragua escoja a una persona cuya solvencia moral haya sido demostrada.
Ver en la versión impresa las páginas: 12 A