Irene López
En Nicaragua, al igual que en otras partes de América, las danzas fueron adquiriendo características propias y para finales del siglo XVII y durante el XVIII se establecieron la mayoría de las danzas que bailamos actualmente: El Güegüense, El toro guaco, El gigante, Moros y cristianos, Las inditas, Las negras y muchas danzas más.
Otro hecho muy importante fue el aporte de los esclavos negros, pues ellos trasplantaron su música, danzas y formas de expresión y las mezclaron con las culturas americanas, para enriquecerlas con los ritmos y movimientos de sus pasos e imprimirles, a la mayoría de nuestras danzas actuales, la riqueza de la polirritmia africana.
Analizando todo lo anterior me atrevo a decir que en nuestras danzas se ven todas las características del mestizaje enriquecidas por los ritmos y movimientos de las culturas africanas y afroamericanas.
A continuación, algunos elementos que han ido configurando la identidad de nuestra danza actual. De las danzas indígenas: El amor por la danza y el respeto al culto, presentes en todas las fiestas patronales, los antiguos simbolismos de las danzas rituales indígenas, ejemplo: saludo a los cuatro puntos cardinales antes de entrar Santo Domingo de Guzmán en la Iglesia de Managua, el paso dado en sentido contrario (el contrapás de los indios) en la traída y dejada de Santo Domingo. La intención del varón de bailar agachado, sentadito, característica de las danzas de marimba.
De los bailes de salón y danzas populares europeas, en el varón encontramos: La elegancia y coordinación de los movimientos de manos, brazos y cabeza mencionados anteriormente, el galanteo del varón y el galanteo de parejas, los saludos y reverencias del caballero con torso y cabeza.
En la mujer: Los saludos y reverencias con la falda y el abanico, así como el uso del abanico y el rebozo, al bailar.
De las danzas de los esclavos de origen africano: Paso cruzado, herencia africana en países americanos donde la presencia africana fue muy fuerte (Cuba, Panamá y Colombia) donde encontramos el paso cruzado con las particularidades propias del país.
La amplia elaboración rítmica que se fue incorporando al lenguaje corporal (la cadencia del movimiento de caderas y hombros, la difícil coordinación entre los ritmos de los pies y los meneos de las manos, torso, faldas y cabeza).
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