Ayer 2 de septiembre se celebró oficialmente el Día del Ejército de Nicaragua y hoy, primer lunes de septiembre, se conmemora y se debería celebrar también con la misma pompa oficial, el Día de la Constitución.
El 2 de septiembre fue establecido como Día del Ejército, mediante decreto de la Junta de Gobierno sandinista del 20 de septiembre de 1982, en memoria de que el 2 de septiembre de 1927 el general Augusto C. Sandino creó el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, al frente del cual combatió la intervención armada de Estados Unidos a fines de los años veinte y principios de los treinta del siglo pasado.
Por otra parte, el primer lunes de septiembre de cada año fue fijado oficialmente como Día de la Constitución, mediante Ley aprobada por la Asamblea Nacional y promulgada por la presidente Violeta Barrios de Chamorro el 19 de septiembre de 1995, no como recuerdo de ninguna fecha en particular sino porque a raíz de la reforma constitucional democrática de ese año las fuerzas políticas convinieron que se debía honrar la Constitución todos los días, pero también con una celebración oficial.
Es por una significativa coincidencia histórica que las efemérides del Ejército y la Constitución están establecidas prácticamente en la misma fecha. Pareciera premeditado, para que la Constitución le recuerde permanentemente al Ejército que ella es su madre a la que siempre debe ser respetada; y para que los militares renueven cada año, de manera solemne, su promesa de fidelidad a la norma constitucional de que el Ejército de Nicaragua “se regirá en estricto apego a la Constitución Política, a la que guardará respeto y obediencia”.
Pero es paradójico que mientras la efemérides del Día del Ejército se celebra con gran pompa y en medio de todos los reconocimientos oficiales, que sin duda los merece, sin embargo el Día de la Constitución solo es recordado por algunos ONG y pasa desapercibido para las autoridades de gobierno, a pesar de que por razones obvias son más los respetos y homenajes que se merece.
De todas maneras, es justo reconocer que desde que por mandato constitucional el Ejército se convirtió en “una institución nacional, de carácter profesional, apartidista, apolítica, obediente y deliberante”, tal como lo establece el artículo 93 de la Constitución Política de la República, los militares han venido cumpliendo honrosamente su deber institucional. Incluso después de que Daniel Ortega y el FSLN restauraron su poder absolutista y erosionaron las instituciones civiles de la democracia, y no han ocultado su intención de que el Ejército vuelva a ser un instrumento político y partidista, los militares se han mantenido fieles a su deber profesional y a su obligación constitucional.
Esta vez, con motivo de la celebración del Día del Ejército de Nicaragua y su 33 aniversario, expresamos nuestro deseo y nuestra esperanza en que seguirá siendo eso, es decir, Ejército de Nicaragua y no fuerza militar de un caudillo, partido o familia, como fuera la Guardia Nacional somocista a la cual precisamente por eso el pueblo de Nicaragua la combatió y derrotó.
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