El sábado 25 de agosto de 2012, murió a la edad de 82 años el primer ser humano que puso el pie en la Luna, nuestro único satélite natural. Dicha hazaña, llevada a cabo el 20 de julio de 1969, constituyó un hito de la ciencia astronáutica y aeroespacial. La misión Apolo 11, contó con la participación de los astronautas Neil Armstrong (quien la comandó a los 39 años), Buz Aldrin y Michael Collins.
Las palabras dichas por Armstrong ese día fueron: “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” (That´s one small step for man, one giant leap for mankind). Verdaderamente el legado dejado por este hombre es memorable, por el valor demostrado, la osadía de viajar a un lugar inhóspito lejos de la Tierra y porque enseñó que más allá de nuestro planeta, existe un cosmos, también obra de Dios, susceptible de ser visitado.
Nacido el 5 de agosto de 1930, en Columbus, Ohio, Armstrong demostró desde joven su interés por volar. A los 15 años inició a tomar clases de vuelo y a los 16 años ya era estudiante piloto. Fue becado en la Marina de los Estados Unidos y luego siguió sus estudios de ingeniería Aeronáutica en la Universidad de Purdue (Indiana, EE. UU.) En 1950 estuvo en la guerra de Corea en la que cumplió 78 misiones de combate. En 1962 entra a la NASA, en donde es sometido a cuatro años de intenso entrenamiento con la finalidad de enrolarse en la misión Apolo, cuya meta principal era llevar al primer hombre a la Luna, lo cual se logró. Abandona la NASA en 1971 para dedicarse a la docencia y a trabajos corporativos.
El mensaje tácito que la misión Apolo dejó es que la tierra es única, es nuestro ecosistema y nuestro hogar colectivo. No existe o no se ha descubierto, por lo menos hasta el momento, otro planeta en nuestro sistema solar que sea susceptible de ser habitado por seres humanos. Esto significa que nuestro hábitat natural está en este planeta, el cual lamentablemente no cuidamos a cabalidad, porque debido a la avaricia de muchos y a la displicencia de otros, lo depredamos, contaminamos y debilitamos día a día, sin darnos cuenta que con tales actitudes, todos perdemos.
Ese gran salto para la humanidad debe entenderse como el progreso que todos tenemos derecho en base a los principios de libertad, igualdad y dignidad, pero en consonancia con la sostenibilidad de nuestro medio. El planeta Tierra es como nuestro cuerpo, el cual es único y con él tenemos que aprender a vivir. Por eso hay que cuidarlo, pero a consciencia.
El señor Armstrong será siempre recordado en las páginas de la historia como el primer ser humano en caminar en nuestro satélite natural, a como también es recordado el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, el primer hombre en realizar un vuelo orbital a la Tierra en 1961. Armstrong fue un héroe, un adalid de la astronáutica, cuyos actos demostraron que el ser humano con su inteligencia, ingenio y trabajo duro es capaz de hacer cosas que en su momento se consideraron imposibles de realizar, como por ejemplo, la hazaña de este hombre. Descanse en paz Neil Armstrong. El autor es abogado.
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