AFP VIDA
Es pionero de la canción comprometida y una gran influencia para varias generaciones de artistas.
De trovador de folk en los cabarets de Greenwich Village en Nueva York, en los albores de los sesenta, hasta la superestrella condecorada en mayo pasado por uno de sus “fans”, el presidente estadounidense Barack Obama, Robert Allen Zimmerman siempre ha seguido su propio camino de genio musical, rebelde e impredecible.
Este nieto de inmigrantes judíos rusos nacido el 24 de mayo de 1941 en Duluth (Minnesota) continúa paseando su armónica y su guitarra por las cuatro esquinas del planeta.
Aunque no haya lanzado más que un pequeño número de grandes álbumes tras la apoteosis creativa de los años 1965-1975, sigue siendo —junto al tándem Lennon-McCartney— uno de los cantantes-autores-compositores más influyentes de la historia de la música, muchas veces copiado, pero nunca igualado.
Durante su juventud, como la mayor parte de los adolescentes estadounidenses, Bob sucumbió al encanto del rock con Elvis Presley y Jerry Lee Lewis antes de formar su propio grupo.
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