A Ernesto Cardenal, Alma Pater.
Jennifer, carnívoro palo rosa Armani Privé y escote lavandapalabra de honor, retaba feroz.
Halle, Valentino Haute Couture marino turquesa y lagrimitasCartier, exhibía candor.
Britney, collar maravilla enfaldita plisada y flequillo Lauren, atávico sol.
Beyoncé, atrevido Vuitton y escotazo de espalda entrensado marfil, apenas sonrió.
Zoe, ceñido Givenchi de tenue cobrizo en brutal carmesí,levitaba rabiosa con solo mirar.
Megan, Ricci azafrány cruzado tirante de sedoso crepé, acerada brilló.
Angelina, espléndido Gucci en corte sirena y rosado carnoso, gallardo glamour.
Rihanna, traje sastre de Dior y discretos corales en ébano miel, floración alelí.
Gaga, desnudo Versace en crudo brillante y purpurino antifaz, lucía fastuosa, lucía voraz.
Contritas las nueve, observaban a Ernesto —verbo bendito que a todas conmueve— leer cadencioso su excelsa plegaria por la dulce Monroe.
Ver en la versión impresa las páginas: 6 B