Fernando Mexía/EFE
Han pasado cinco años desde que Steve Jobs se sacara de la manga de su discreto jersey negro de cuello alto el primer iPhone, un dispositivo de diseño que sacudió el maduro sector de la telefonía y desató una revolución tecnológica cuyo ciclo da muestras de agotamiento.
El anuncio del iPhone original en enero de 2007 generó tanto entusiasmo entre los fieles de Apple como incredulidad entre los analistas que no entendían cómo un aparato de 500 dólares, sin teclado físico ni 3G iba a hacerse un hueco entre los populares y más económicos Nokia y los modernos BlackBerry.
La presentación de aquel teléfono se puede ver aún en internet, un documento visual que supone un hito y donde un sano Jobs anuncia a la audiencia de la conferencia MacWorld en San Francisco lo que está por venir.
“De vez en cuando aparece un producto revolucionario que lo cambia todo”, dijo el líder de Apple que vaticinó que ese “iPod con llamadas e internet”, tal y como se calificó el iPhone al principio, estaba destinado a “reinventar el teléfono”.
A su tocayo de Microsoft, Steve Ballmer, le entró la risa al conocer la propuesta de Apple, literalmente. Internet, que para estas cosas tiene memoria, guarda otro vídeo en el que el consejero delegado de Microsoft se mofa del invento de Jobs.
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