La celebración oficial de las Fiestas Patrias de septiembre transcurre en estos días, igual que todos los años: con discursos inflamados de retórica patriótica, visitas a la Hacienda San Jacinto, el recorrido de la antorcha de la independencia centroamericana de Norte a Sur del territorio nacional, los desfiles estudiantiles al son de las bandas musicales que muchos todavía llaman “de guerra”, las promesas a la Bandera de Nicaragua de parte de los escolares, etc.
También se repite en esta ocasión el manoseo gubernamental a los símbolos nacionales y al espíritu de las efemérides patrias, los cuales representan a todos los nicaragüenses sin distingos de ninguna clase, pero desde 2007, cuando Daniel Ortega y el FSLN recuperaron el control total del poder, otra vez han sido subordinados al partido de gobierno y caricaturizados por el partidismo, el sectarismo ideológico y el culto a la personalidad del caudillo gobernante.
En realidad, lo que vale la pena destacar en las celebraciones oficiales de las fiestas de septiembre, este año, es la aprobación parlamentaria en primera instancia de la ley que la próxima semana va a declarar héroes nacionales a los “indios flecheros de Matagalpa”, por su participación destacada en la Batalla de San Jacinto del 14 de septiembre de 1856, la cual determinó simbólicamente el curso de la Guerra Nacional a favor de Nicaragua y en contra de los filibusteros.
Como ocurre en estos casos, la calificación histórica del rol de los guerreros indígenas de Matagalpa en la Batalla de San Jacinto, está matizada por la controversia de los historiadores nacionales. Lo cual se puede comprender perfectamente porque no es fácil consignar los hechos históricos con objetividad, dejando a todos satisfechos, siendo que los historiadores son seres humanos como todos los demás y enfocan los hechos históricos con criterios subjetivos, incluso con simpatías o antipatías hacia causas y personajes.
Así ha ocurrido antes y del mismo modo seguirá ocurriendo siempre, porque la historia nunca se termina de interpretar y de escribir y los historiadores seguirán impregnándola con sus ideas particulares y hasta con sus pasiones personales. De ese modo, contradictorio y polémico, se desenvuelve el proceso de historización que constituye o va constituyendo la identidad colectiva que nunca se termina de construir.
De todas maneras, en el caso de los indios flecheros de Matagalpa es digna de reconocimiento nacional la labor del historiador nicaragüense Eddy Kühl, a quien se debe la iniciativa de declarar oficialmente a aquellos legendarios guerreros indígenas como héroes nacionales. Kühl ha venido recogiendo desde hace mucho tiempo los datos no solo de la participación de los indios flecheros matagalpinos en la Batalla de San Jacinto, sino de todo lo relacionado con esa comunidad aborigen que fuera en el pasado una de las más importantes entre todas las que poblaron el territorio de Nicaragua.
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