Ledia Gutiérrez
Psicóloga clínica
En las familias fracturadas por las separaciones o el divorcio, flotan en el aire los sentimientos de ira por el fracaso de una relación rota y hacemos mención de la persona que ya no está; bien puede ser el papá o la mamá, y los hijos de cualquier edad no solo escuchan sino que lo sienten.
Por ejemplo, por enojo podemos compararles de forma destructiva “sos igual de tonto que tu papá” o “sos tan desordenada como tu mamá”, y estos ejemplos pueden ser de los más simples pero van más allá, con tal de dañar la imagen de la persona ausente.
De todo esto ¿qué se gana? Pues nada bueno, a quien se daña es a los hijos, después de todo es su papá o su mamá de quien se escuchan epítetos tan ofensivos que laceran la autoestima, la autoimagen, porque con las frases herimos el amor propio y una vez iniciado el torrente de palabras se empieza a dudar de sí mismos.
Los hijos pueden ser muy pequeños que creemos que no se dan cuenta del daño que les estamos haciendo y pueden ser mayores que igual pensamos que ya no les va a pasar nada que afecte tanto su bienestar emocional como físico o espiritual.
Se aconseja tener mucho cuidado cuando se dé la situación de las rupturas de pareja de no mencionar nada negativo, más bien enfatizar que papá o mamá que no están ahí siempre los aman y los amarán, pues el rompimiento ha sido con la pareja; y aun así la persona ausente no ha vuelto; no se hace presente por meses o años, aun así no es nada respetuoso expresarse de manera inadecuada.
Enviemos siempre mensajes de amor pues son nuestros hijos.
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