Muchos disgustos nos evitaríamos y mucho tiempo nos ahorraríamos si realmente supiéramos delegar. Seguramente todos hemos oído la expresión “solo si yo hago las cosas, queda todo bien”.
Tenemos tantas actividades que cumplir actualmente que difícilmente las podríamos llevar a cabo sin la ayuda de los que conviven con nosotros, pero para que esto funcione necesitamos ser organizadas, tener un tiempo durante la semana para planificar.
Si se trata de la comida, hacer un menú y de acuerdo a él, comprar los ingredientes. He visto cómo las personas se enredan en su semana tratando de conseguir lo que les hace falta.
Con una lista bien detallada, cualquier miembro de la familia puede hacer las compras. Si se equivocan al principio, nada pasa, la próxima vez lo harán mejor.
Acostumbrémonos a dar instrucciones detalladas de lo que deseamos, con calma, si es posible escribirlas en un papel. Muchas veces desde el carro o a la salida de la casa vamos dictando a la encargada de la cocina lo que queremos comer sin haber repasado antes el procedimiento de la receta, los ajustes que habrá que hacer con las cantidades y cómo quisiéramos el producto final.
Luego nos sentamos a la mesa y queremos que todo esté como por arte de magia a nuestro gusto, sabroso, bien presentado, dietético, etc. Nadie lee el pensamiento del otro.
Hay que tomarse un tiempo para enseñarles a las personas a organizarse en sus trabajos y ser más eficientes, a usar correctamente los utensilios de cocina y los electrodomésticos.
No solo a las empleadas sino también a nuestros hijos para que entre todos se puedan sacar las tareas del hogar.
Recordemos que para delegar hay que dedicar un tiempo para planificar y a enseñar, vale la pena hacerlo por los resultados que obtendremos.
¡Hasta la próxima!
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