El Departamento de Estado de Estados Unidos ha creado una comisión extraordinaria para investigar el ataque que fue perpetrado por turbas armadas contra su consulado en la ciudad de Bengazi, en Libia, el 11 de septiembre corriente, durante el cual fueron asesinados el embajador Christopher Stevens y otros tres funcionarios de esa sede diplomática.
Esta comisión es presidida por el señor Thomas Pickering, una de las más prestigiosas figuras diplomáticas de Estados Unidos quien anteriormente prestó sus servicios a seis administraciones presidenciales, cuatro republicanas y dos demócratas, y su creación significa un cambio de enfoque del gobierno estadounidense de los sangrientos sucesos de Bengazi.
Hasta ahora las autoridades estadounidenses se habían aferrado a la hipótesis de que el asesinato del embajador Stevens no fue una conspiración criminal de Al Qaeda o cualquier otra organización terrorista islámica, sino el resultado inesperado de un desafortunado desborde de violencia de turbas fanáticas, las que protestaban por un vídeo en el cual se presenta a Mahoma, el profeta del islam, como un inescrupuloso individuo mujeriego, homosexual, pedófilo, violento y cobarde que huye de sus propias mujeres. Ese vídeo de 14 minutos de duración fue filmado durante el verano del año pasado en Estados Unidos, pero en su elaboración el gobierno estadounidense no tuvo ninguna participación, ni siquiera información previa.
El gobierno de EE.UU. ha formado la comisión de investigación porque hay una razonable sospecha de que la filmación y divulgación por Internet del vídeo titulado La inocencia de los musulmanes , pudo haber sido una provocación de la misma Al Qaeda para justificar el desencadenamiento de la violencia en los países musulmanes y los ataques contra el occidente cristiano; o de un individuo irresponsable a título personal, como podría ser el turbio productor del vídeo de la discordia.
Pero aparte de la investigación acerca de que si el asesinato del embajador Stevens fue consecuencia de una provocación irresponsable o de una conspiración terrorista, el caso del vídeo difamatorio de Mahoma ha vuelto a poner en discusión el tema de la libertad de expresión tal como se concibe y practica en los países democráticos, y los límites de su ejercicio.
En el sistema democrático, la libertad de expresión es ilimitada en cuanto a que no hay temas de interés público que no puedan ser objeto de crítica, incluyendo por medio de la sátira. La auténtica libertad de expresión no admite ninguna forma de censura, ni la autocensura que es inclusive peor, pero en su ejercicio los principios éticos exigen el respeto a los derechos y libertades de los otros, y sobre todo los sentimientos y los símbolos religiosos que para los creyentes son valores sagrados.
El filósofo político y periodista francés de origen argelino, Albert Camus, advirtió que en el ejercicio de la libertad de expresión y de prensa se debe ofrecer siempre “energía en lugar de odio, objetividad en lugar de retórica, humanidad en lugar de mediocridad”. Principios como estos son los que dan sentido y vigor al ejercicio de la libertad de expresión.
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