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Las microfinanzas se transforman

Seguros, pensiones e inversiones. Esos son solo algunos de los productos que las instituciones de microfinanzas que operan en Nicaragua empiezan a ofrecer.

Gisella Canales Ewest

Seguros, pensiones e inversiones. Esos son solo algunos de los productos que las instituciones de microfinanzas que operan en Nicaragua empiezan a ofrecer. Es un proceso de transformación que inició desde hace más de dos años en el país, como respuesta a la demanda de servicios financieros más allá del microcrédito, por parte de micros y pequeños empresarios y productores. Este proceso se extiende al resto de la región centroamericana.

[doap_box title=”Baja dependencia” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

En la medida que las instituciones de microfinanzas se abran a mecanismos de inversión como emisiones de títulos o la venta de acciones, podrán fortalecer su patrimonio y reducir su dependencia de los fondos externos, explica Alfredo Alaniz, director ejecutivo de la Asociación Nicaragüense de Instituciones de Microfinanzas (Asomif). Esto impactaría a la baja en las tasas de interés que cobran las microfinancieras.

[/doap_box][doap_box title=”Nicaragua avanza” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

En Nicaragua se ejecutará el programa regional de microseguros y el de micropensiones, pero además se pondrán a disposición del público productos de inversión.

Alfredo Alaniz, director ejecutivo de la Asociación Nicaragüense de Instituciones de Microfinanzas (Asomif), explica que se contemplan dos vías: la emisión de títulos en la Bolsa de Valores y la inversión directa en el capital de las instituciones.

En ambos casos las entidades deben estar constituidas como sociedades mercantiles. En Nicaragua, dijo Alaniz, varias de las afiliadas de Asomif están en ese proceso de transformación.

En el caso de las inversiones en el capital, sería mediante la venta de acciones, cuya tasa de retorno sería muy superior a la tasa que se paga al ahorro, añadió Alaniz.

[/doap_box][doap_box title=”El ahorro: materia pendiente” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Para el catedrático de la Universidad de Ohio, Claudio González Vega, el sector de microfinanzas en Centroamérica está dando pasos importantes en la inclusión financiera, pero falta lo más importante: el microahorro.

Las actuales legislaciones no permiten captar depósitos a esas entidades, lo cual limita al sector. “La pregunta que tienen que hacerse los reguladores es cómo los marcos de regulación que escojan son apropiados para que los pequeños ahorrantes puedan tener ese acceso”, plantea.

René Romero, gerente general de la Fundación para el Desarrollo Socioeconómico Rural (Fundeser), señala que mientras las microfinancieras no estén habilitadas a captar depósitos del público, “siempre van a estar dependiendo del fondeo externo”.

Douglas Randall, investigador del Banco Mundial, coincide en que el ahorro es vital para la inclusión financiera. “Hay que ampliar los productos: cuentas de ahorro, de depósitos, pagos electrónicos”, dijo.

[/doap_box][doap_box title=”Con éxito” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

El programa pionero de microseguros en Nicaragua ha sido Familia Segura, que impulsa el FDL e Iniser. Es un seguro de vida que cubre gastos funerales hasta por 400 dólares, da un aporte en efectivo de 200 dólares al beneficiario, más bonos de alimentación durante seis meses, valorados en 200 dólares cada uno.

Adicionalmente, explica Carlos Vargas, coordinador del proyecto Microseguros del Iniser, debido a que el 70 por ciento de las usuarias son mujeres, se ofrece un servicio de salud preventiva del cáncer cérvico-uterino. El precio del microseguro es de 23.28 dólares anuales.

En un año se colocaron 3,300 pólizas y la nueva meta de colocación es de 560 microseguros mensuales, con la incorporación de más sucursales de FDL ofreciendo el servicio, explicó Julio Flores, gerente de esa institución. Actualmente son ocho las sucursales de FDL que ofrecen los microseguros, pero en lo que resta del año serán 12 en Managua, Masaya, Tipitapa y León

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Incluir. Ese es el propósito; dar acceso a una gama de servicios financieros a ese segmento de la población hasta ahora excluido, ese mismo segmento que solicita microcréditos para subsistir mediante pequeños negocios.

Un país que ha puesto en práctica esto es Colombia, impactando positivamente en la población de bajos ingresos. Carlos Alberto Moya, director de la gubernamental Banca de Oportunidades, de ese país del sur, afirma que “la inclusión financiera tiene un impacto directo no solamente en el desarrollo social, sino también en el desarrollo económico de los países”.

En el caso de la experiencia colombiana se ha demostrado que cuando las personas tienen acceso a servicios formales como microcrédito, microseguros y hasta cuentas de microahorro, se les permite “mejorar de manera sostenida sus ingresos y su calidad de vida”.

SE ASEGURAN

En Nicaragua los primeros pasos ya se dieron. Desde hace dos décadas se ofrece microcrédito, pero desde 2011 también se ofertan pequeños seguros de vida por parte del Instituto Nicaragüense de Seguros y Reaseguros (Iniser) y el Fondo de Desarrollo Local (FDL).

La Red Centroamericana y del Caribe de Microfinanzas (Redcamif) pretende multiplicar iniciativas de este tipo. A partir del próximo año impulsarán un proyecto regional de microseguros, cuenta Carlos Sánchez Fábrega, coordinador del proyecto.

Este incluirá a todos los países de la región y consistirá en ofrecer seguros de las compañías que ya operan, a los usuarios del microcrédito. Serán seis tipos de seguros enfocados a riesgos personales.

“Es un seguro como los demás, lo único es que está especialmente diseñado para una persona con recursos escasos y niveles de educación limitadas”, explica.

El programa se realiza con un financiamiento de 1.8 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero su costo total asciende a 2.5 millones de dólares. Iniciará de lleno en el primer trimestre del 2013.

Estos no serán seguros obligatorios para acceder a créditos, aclara. Lo que busca “es dejar establecido un mercado de ventas de seguro para los pobres”.

TAMBIÉN PENSIONES

A partir de octubre empezará a impulsarse en Nicaragua, Honduras y Guatemala el Proyecto Piloto de Micropensiones en Centroamérica.

David Lemus Pivaral, coordinador del proyecto, detalla que este se ejecuta con donaciones del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del BID y Ada Luxemburgo. El proyecto cuesta en total 1.7 millones de dólares.

El programa se manejará a través de un fideicomiso con el Banco de América Central (BAC), que tiene presencia en todos los países de la región. “El cliente, entonces, empezará a hacer un aporte durante un mínimo de cinco años y tendrá dos opciones de jubilación. Entre la edad de 60 y 64 o automáticamente a los 65 años; al llegar ahí se le empieza a pagar una pensión, una renta vitalicia”, detalla Lemus.

La ventaja de este sistema —añade—, es que a diferencia de los sistemas de seguridad social, los usuarios no tendrán que pasar décadas cotizando para poder acceder a una pensión cuando alcance la edad de retiro. Si alguien de 55 años, por ejemplo, accede a este programa, podrá jubilarse a los 60 y recibirá una pensión. Cinco años de cotización es el mínimo y la cuota a pagar oscilaría entre el tres y el ocho por ciento de los ingresos, según el caso.

“Esperamos que los usuarios puedan llegar a su edad de retiro sin tener que seguir trabajando… que tengan un ahorro, un ‘colchoncito’ que les pueda permitir a que tengan una mejor calidad de vida”, menciona Nicole Rossell, especialista del Fomin.

GRANDES EXPECTATIVAS

Juan José Lagos, presidente de la Red de Microfinancieras de Honduras (Redmicroh), explica que este proceso de transformación en el istmo responde al desarrollo alcanzado por microempresarios y productores, que “ya demandan otros productos y servicios”.

Aclara que estos productos no son iguales a los que oferta la banca comercial. “Son productos diseñados especialmente para el micro, pequeño empresario, de acuerdo a sus necesidades”.

“La inclusión financiera no solo se trata de crédito —que es lo que tradicionalmente hemos venido haciendo—, sino que se trata de ahorro y otros servicios financieros: seguros, micropensiones y otros productos que todavía suenan un tanto raro como el leasing o el arrendamiento”, considera José Luis González, vicepresidente de la Asociación de Organizaciones de Microfinanzas de El Salvador.

Carlos Alberto Moya, de Banca de Oportunidades, de Colombia, destaca que conforme más se avance en la inclusión financiera, más se combatirá la pobreza.

“El acceso de servicios financieros permite mejoramiento de ingresos, y el mejoramiento de ingresos permite mayor bienestar. Cuando tú tienes más ingresos, es más fácil que caiga la trampa de acceso a la educación, o la trampa de acceso a la salud, o la trampa de pobreza por razones de nutrición”, enfatiza.

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