BUENOS AIRES/AFP
El ministro de Trabajo argentino, Carlos Tomada, admitió la preocupación del gobierno de Cristina Kirchner ante la fragmentación del movimiento obrero, que el miércoles próximo puede votar en un congreso el surgimiento de una nueva central sindical.
“Miramos con mucha preocupación este proceso porque estamos convencidos de poder contar con un movimiento obrero unido”, dijo el ministro, según declaraciones que reproduce el portal oficial Prensa Argentina.
En julio, la central obrera peronista CGT se fracturó en un congreso en el que sindicatos enfrentados a la presidenta Kirchner, reeligieron como líder al camionero Hugo Moyano, un ex aliado del gobierno.
El sector afín a Kirchner, que reúne a unos 91 sindicatos, celebrará el próximo miércoles un nuevo congreso para elegir su propia conducción, lo que sellará la división de la poderosa CGT, con unos 200 sindicatos y 8 millones de afiliados.
El titular de la UOM (metalúrgicos), Antonio Caló, es el principal candidato a dirigir la nueva central, que cuenta entre sus adscriptos a los poderosos sindicatos de Luz y Fuerza, Sanidad, Personal Civil de la Nación, y de la construcción.
La CGT es históricamente el mayor sustento social de los gobiernos peronistas, y Moyano fue uno de los principales aliados de Kirchner, pero terminó por romper y acusar al gobierno de “no dar respuesta a los reclamos de los trabajadores”, entre ellos la reducción de impuestos a los salarios.
“La confrontación de él (Moyano) afectó el proceso dirigencial hacia el interior de la CGT, hemos mirado con mucha preocupación este proceso”, dijo Tomada.
La división de la CGT se suma a la de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA, izquierda), que reúne mayormente a empleados públicos y docentes, también dividida en dos sectores enfrentados por su postura ante el gobierno nacional.