LA HABANA/AFP/EFE
“Esa reforma es la noticia del año en Cuba. Lástima que no entre en vigor hoy mismo, pues me estaría ahorrando tiempo y dinero”, expresó ayer Grisel Vega, tras conocer la flexibilización migratoria anunciada por el gobierno del presidente Raúl Castro, mientras hacía los trámites para visitar por primera vez a una hermana en Estados Unidos, en una oficina de emigración de La Habana.
La noticia, que también ocupó importantes espacios en los noticieros de radio y televisión, se regó como pólvora entre los cubanos dentro y fuera de la isla. En Cuba la información fue recibida con alegría, cautela y desconfianza. Mientras, grupos del exilio cubano en Miami advirtieron que aún están por verse los requisitos para conceder pasaportes mientras esperan cambios para los exilados.
“Si entrara en vigor este martes, no tendría que pagar los 150 dólares que me cuesta el permiso de salida y mi hermana se hubiese ahorrado los 200 dólares de la carta de invitación”, continuó Vega, exdependiente de comercio, de 41 años.
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Para un cubano, viajar a Europa —sin contar los caros boletos aéreos— tiene un costo que ronda los 700 dólares. Las medidas suponen un ahorro de 300, pero aún así, muchos no pueden enfrentar el viaje, en un país donde el salario mensual promedio equivale a 20 dólares.
EL ÉXODO
Esta medida provocará un nuevo éxodo hacia Estados Unidos, “Un Mariel legal y lento”, pronosticó ayer el profesor Jaime Suchlicki, catedrático y director el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.
Suchlicki comparó la medida con el movimiento de 125,000 cubanos que partieron del puerto de Mariel hacia EE. UU., entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980 tras una apertura del líder revolucionario Fidel Castro. El éxodo llevó al entonces presidente Jimmy Carter a decretar medidas para castigar a quienes transportaran inmigrantes.
Para Suchlicki, con la medida “primero que nada busca quitarse de encima un montón de gente que tiene que alimentar, segundo, se quita una enorme presión social porque los cubanos querían viajar y no se lo permitían y tercero distrae la atención de los problemas económicos porque ahora la gente empieza a ocuparse de cómo conseguir un pasaporte para ir a la embajada de España a conseguir una visa”.
EE. UU., que mantiene desde 1966 una Ley de Ajuste, por la cual un cubano que pisa territorio estadounidense automáticamente puede pedir la residencia, no contempla cambiar “nada de las leyes en vigor”, declaró ayer la portavoz del Departamento de Estado Victoria Nuland.
Cruz Durán, una jubilada de 68 años, que desde hace cinco viaja a Dinamarca para visitar a su hijo, tampoco podía ocultar su alegría ante la reforma, que leyó en la mañana en el diario oficial Granma cuando llegó al círculo de abuelos donde hace ejercicios.
“Son pasos positivos en la dirección adecuada, ponen algunas de las características de la política migratoria cubana en línea con algunos estándares internacionales”, expresó el académico Arturo López-Levy, del departamento de estudios internacionales de la Universidad de Denver (Colorado).
Igual se expresaron el economista opositor y expreso político, Oscar Espinosa Chepe, y el editor de la revista católica Espacio Laical, Roberto Veiga. Pero con esas medidas “no culmina el proceso”, dijo López-Levy, mientras que Espinosa piensa que “quedan áreas insatisfechas que hubiera sido importante solucionar de manera definitiva”.
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