Tegucigalpa/ACAN-EFE
El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, creó e instaló hoy un Consejo Nacional de Convivencia y Seguridad, encargado de coordinar acciones para prevenir la violencia en el país, considerado uno de los más violentos del mundo.
Lobo resaltó durante la instalación del Consejo que éste será “la piedra angular para frenar la violencia” en Honduras.
El Consejo está integrado por los ministros hondureños de Seguridad, Pompeyo Bonilla; de Justicia y Derechos Humanos, Ana Pineda; de Desarrollo Social, Hilda Hernández; de Educación, Marlón Escoto; y el director de la Policía Nacional, Juan Carlos Bonilla.
Asimismo, representantes de las centrales obreras, la Organización Visión Mundial, el Foro Nacional de Convergencia, la empresa privada, la Confederación Nacional de Federaciones y Patronatos, la Comisión Nacional Pro Instalaciones Deportivas y grupos de la sociedad civil.
El mandatario comentó que el Consejo será “una solución ante la delincuencia” que azota a Honduras, donde según las Naciones Unidas en 2011 se registraron 92 homicidios por cada 100,000 habitantes.
“Tampoco es que vamos a organizar a la sociedad para enfrentar a la delincuencia con armas, pues es enarbolando la paz, la palabra de Dios y todo lo que genere entender que sólo en paz, el país saldrá adelante”, añadió Lobo.
Indicó que la Iglesia, los jóvenes y las mujeres organizadas deben integrar el Consejo, porque son “grandes aliados en la lucha por el bien y la paz”.
El Consejo también tendrá la responsabilidad de diseñar planes y estrategias que mejoren la convivencia y seguridad de los hondureños, según un comunicado de la Casa Presidencial.
El proyecto es apoyado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Cooperación Alemana, la de Suiza y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
A casi tres años de su mandato, Lobo no ha cumplido las promesas de su campaña, de dar trabajo y seguridad.
La violencia en Honduras se ha reducido en el primer semestre de 2012 el 6% con respecto al mismo período de 2011, aunque su tasa de homicidios sigue siendo de las más altas del mundo, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma del país.