Psicóloga clínica
Educar con ejemplo es una frase muy repetida por nuestros abuelos, ya que posee mucha sabiduría y por lo tanto ha trascendido por los tiempos para aplicarla en nuestro diario vivir.
Si bien es cierto, la educación es la formación de valores practicada desde el hogar y la familia, que son la institución responsable de transmitir los comportamientos y conductas que deberán regir en todos los ámbitos donde nos encontremos.
Sin embargo, muchas veces contradecimos lo que predicamos con lo que practicamos, y es un hecho que esta situación crea mensajes duales y contrarían a quienes queremos formar, maleducándolos con imposiciones nada valederas, ya que si exigimos conductas y debemos cumplir las mismas.
Es por ello que si revisamos lo que sucede comúnmente en las familias nos daremos cuenta que queremos que los hijos no practiquen malos hábitos como la mentira o la chismografía o prácticas tan nocivas como el fumar o beber entre otros que se repiten día a día. Otro caso es el violentar, agredir, abusos, maltratos entre los padres o de ellos hacia los hijos.
Todo esto se va haciendo parte de la personalidad, la que va desarrollándose de forma alterada, afectando toda la estructura psicológica que difícilmente se corrige cuando sé es adulto, y así se repiten los comportamientos, volviéndose círculos viciosos en una sociedad defectuosa.
El consejo: Corrijamos nuestra forma de proceder y así enviaremos mensajes saludables para tener personas de valores. Donde existan hombres y mujeres de bien que crezcan en un ambiente psicológicamente sano, y garanticemos presentes y futuros en una sociedad diferente.
Espero que les haya gustado esta columna amigos lectores. Recuerden seguir escribiendo a mi correo. Hasta el próximo lunes.
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