MASAYA/AP
Un grupo de fantasmas, hombres sin cabeza, espantos, mujeres lloronas y trajes que reviven las más antiguas leyendas de miedo en Nicaragua forman parte de un terrorífico desfile que camina entre gritos, música y un ambiente de carnaval matizado con miles y miles de velas.
Se trata de una de las celebraciones más tradicionales de esta provincia, conocida dentro y fuera de Nicaragua como la Fiesta de los Agüizotes, la cual comenzó el jueves con la tan esperada Vela del Candil.
Las imágenes que provocan pánico empiezan a aparecer al caer la noche en una de las calles del Barrio Monimbó, de amplia población indígena. El mortuorio y lúgubre escenario sólo es iluminado por miles de velas y candelabros artesanales o candiles que portan los que caminan por las avenidas en medio de bailes y algarabía.
La Vela del Candil es una costumbre previa a la Fiesta de los Agüizotes y simboliza la pronta llegada de la noche, cuando aparecen los míticos personajes de diferentes leyendas, como el padre sin cabeza, la carreta nagua y la mokuana, entre los más famosos de la idiosincrasia nicaragüense.
“Esta actividad se realiza hace más de 40 años como una tradición propia de los habitantes de Masaya el último viernes del mes de octubre”, explicó a The Associated Press Reyneris Suazo, quien por décadas ha sido una de las coordinadoras de estas festividades.
“Esto evoca el tiempo de nuestros aborígenes nicaragüenses, quienes en aquel entonces no tenían energía eléctrica, por lo que tenían que recurrir al candil”, añadió Suazo mientras repartía entre los celebrantes pan y café como parte de la misma tradición.
Es así, según Suazo, que se velan los trajes de los agüizotes que celebran las fiestas de San Jerónimo, el santo patrono de esta ciudad, cuya fiesta dura tres meses. Los trajes se confeccionan con tela, cartón, hojas de mazorca de maíz, y también hay quienes utilizan huesos y calaveras de animales muertos.
La palabra agüizote proviene del Guiz, que es el pájaro anunciador de la muerte, explica Suazo. “Entonces agüizotes significa mitos, terror, leyendas, espantos que cobran vida a través de una variedad de disfraces que representan a los personajes de leyendas y de la mitología folclórica nicaragüense”, agrega.
El baile se ejecuta con movimientos rítmicos relacionados al personaje, con música alegre, de carnaval y algarabía interpretada por músicos tradicionales que tocan trompetas y tambores.
