Por medio de su enviada especial, la periodista Elizabeth Romero, el Diario LA PRENSA de Nicaragua está acompañando a la caravana Liberando la Esperanza, como se ha denominado al recorrido por varios Estados de México de unas sesenta madres y otros familiares de emigrantes centroamericanos que se dirigían a Estados Unidos para tratar de entrar ilegalmente, pero desaparecieron en territorio mexicano.
La caravana arrancó el lunes 15 de octubre para recorrer durante 19 días casi cinco mil kilómetros del territorio de México. En ella participan 12 madres, esposas y hermanos de migrantes nicaragüenses desaparecidos con la esperanza de encontrar a sus parientes que estén vivos, o por lo menos obtener alguna información sobre su paradero, cualquiera que haya sido su destino. Además, según los organizadores y participantes en la caravana, su objetivo es que se haga visible este dramático problema, que se ponga en las agendas de trabajo de los medios de comunicación, los gobiernos, la sociedad civil, los partidos políticos, las entidades religiosas y toda la sociedad de los países afectados.
Realmente, es cierto que a menudo se informa sobre este grave problema humano pero la información es generalizada e incompleta. En cambio, la caravana “Liberando la Esperanza” está permitiendo ver mucho más de cerca la magnitud del problema y entender mejor la imperiosa necesidad de atenderlo y encontrarle solución o alivio.
La periodista Elizabeth Romero, en uno de los reportes diarios enviados a LA PRENSA que fue publicado el martes 16 de octubre, informa que solo entre los años 2009 y 2011 “unas veinte mil personas fueron secuestradas, extorsionadas y asesinadas, hechos que han dejado una ganancia anual de cincuenta mil millones de dólares al crimen organizado”. Las cifras son conmovedoras. Pero impresiona todavía más, saber que en esta orgía criminal participan también policías y militares de México, que están revestidos de autoridad pública para proteger a la gente, incluyendo a los migrantes, pero en vez de cumplir su deber se coluden con los delincuentes profesionales para compartir el botín.
Es por eso que el sacerdote jesuita José Luis González, miembro del Servicio Jesuita para Migrantes de Centroamérica, organismo religioso que apoya a las madres nicaragüenses y centroamericanas que buscan reencontrarse con sus parientes o saber de su suerte, expresó al respecto: “Estas caravanas son un llamado también al gobierno de México para que ayude a que los migrantes centroamericanos atraviesen un país hermano sin problemas”. Y aunque el padre González explicó que no se conoce la cantidad exacta de migrantes centroamericanos que han desaparecido al pasar por el territorio de México para tratar de ingresar ilegalmente a Estados Unidos, expresó que la gravedad del problema se puede entender, sabiendo que solo en seis meses del año 2010 hubo más de 200 secuestros múltiples en los cuales 11,033 personas fueron secuestradas.
Se trata en realidad de una catástrofe humana que debe ser atendida por las autoridades de México, pero también por los gobiernos de los países centroamericanos, como Nicaragua, donde se origina esa emigración de riesgo mortal como consecuencia de que mucha gente no encuentra condiciones para vivir y progresar en su propia tierra.
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