JOSÉ ADÁN SILVA
Hay plásticas y naturales. De todos los colores; algunas tienen olor a jardines y otras, las artificiales, huelen a industria.
No importa la forma o el aroma: todas ellas tienen una misión en esta fecha y están en los mercados por un gesto de amor y memoria.
Son flores para adornar este 2 de noviembre, Día de los Difuntos, las tumbas tristes de aquellos que un día fueron vida y hoy son recuerdos.
Con las tumbas acicaladas, algunas familias cumplen la tradición de visitar los cementerios para evocar, a veces con una sonrisa silenciosa y otras con llantos íntimos, aquellos días en que ellos estuvieron aquí, en la vida.
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