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Carmen Cuarezma, nicaragüense, reconforta al hondureño Erick Mejía, quien escapó de ser secuestrado por grupos armados en México. LAPRENSA/MSACTIONAID DINAMARCA.

Nuevas pistas avivan esperanza de madres

En Coatzacoalcos las nuevas pistas encontradas por madres y familiares de migrantes centroamericanos desaparecidos en México los han llenado de esperanzas y ánimos para seguir adelante en la búsqueda emprendida desde el pasado 15 de octubre cuando pisaron la frontera mexicana.

Elízabeth Romero

En Coatzacoalcos las nuevas pistas encontradas por madres y familiares de migrantes centroamericanos desaparecidos en México los han llenado de esperanzas y ánimos para seguir adelante en la búsqueda emprendida desde el pasado 15 de octubre cuando pisaron la frontera mexicana.

No obstante, esta situación deja entrever que muchos nacionales y centroamericanos que salieron con intención de llegar a Estados Unidos quedaron en sitios como Coatzacoalcos sin posibilidades de avanzar hacia el destino final. Una mujer que habita en los alrededores de la vía del tren dijo que es común observar a los migrantes ir y venir por ese lugar y los vecinos cuando pasan por ahí les regalan un plato de comida cuando pueden hacerlo.

La nicaragüense Carmen Lucía Cuarezma fue una de las madres a quien se le dibujó una sonrisa en el rostro cuando Asunción Pérez le comentó que había visto a la persona del retrato que ella portaba.

Pérez dijo que trabaja como conductor y que vio al joven de la foto trabajando en un taller automovilístico cercano a un retén de tránsito en Minatitlán. Se trata de Álvaro Guadamuz, y según comentó le dicen “El Nica”. Cuarezma dijo que efectivamente cuando vivían en Costa Rica su hijo trabajaba en talleres mecánicos.

Otros dos nicaragüenses aparentemente han sido vistos por vecinos de las vías del tren. Uno de ellos aparentemente se mueve por el sector, pero como “pollero” (traficante de migrantes) y fue identificado como Johnson David Ríos Ortiz, originario de Chinandega.

Una de las personas que lo reconoció fue Herminia Mundo Cruz, quien dijo que este ha pasado por su casa trasladando a otros jóvenes. Allí se han bañado, alimentado y ella hasta les ha ido a retirar del banco el dinero que aseguró les enviaban los familiares de los jóvenes que Ríos trasladaba.

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Algunas madres nicaragüenses, que llegaron a México por el apoyo brindado por el Servicio Jesuita para Migrantes y MS-ActionAid Dinamarca, lloran cuando encuentran a jóvenes en las vías del tren y aprovechan para aconsejarles que no pierdan sus documentos ni cambien de identidad para que sus madres no les pierdan la pista como sucedió con sus hijos.

La caravana llegó el lunes a Coatzacoalcos, Veracruz, y debajo del puente de la Avenida Uno se detuvo para manifestar el derecho de los migrantes y porque sus hijos regresen vivos a como llegaron a este país. Fray Tomás González, director del albergue La 72, que acompaña la caravana Liberando la Esperanza, manifestó que de acuerdo con los testimonios de migrantes que han recogido este es un sector donde se registra el mayor número de secuestros.

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Otro habitante del lugar había asegurado antes haber visto a Ríos junto con Nelson Javier Gutiérrez, hijo de Rosa Gutiérrez, quienes jugueteaban debajo del puente de la Avenida Uno, donde se juntan los migrantes a la espera del tren. En tanto, Gutiérrez confirmó que su vástago y Ríos eran vecinos en Chinandega y posiblemente salieron juntos con la intención de viajar a Estados Unidos.

Igual pasó con la hondureña Justina Jiménez Bautista, a quien un vecino de la vía del tren le dijo haber visto a un joven con las mismas facciones que las del retrato de su vástago Denis Mauricio Jiménez.

En este lugar aumentó la hostilidad que desde un inicio de la caravana se ha observado de algunos funcionarios del Instituto de Migración o de hombres que vestidos de civil han fotografiado o han grabado imágenes en vídeo de participantes en la caravana, tanto a las madres como a los integrantes del Movimiento Migrante Mesoamericano e incluso de periodistas que dan cobertura a la búsqueda de las madres centroamericanas.

Desde la noche del lunes hombres vestidos de civil que se hacían pasar como periodistas empezaron a marcar a los integrantes de la caravana. Los organizadores de la caravana en México comprobaron que no son periodistas.

INTENTO DE SECUESTRO

Mientras la caravana de madres centroamericanas que buscan a sus hijos migrantes desaparecidos sigue avanzando por los estados mexicanos en su cuenta regresiva, al albergue Guadalupano en Tierra Blanca, Veracruz, ingresaba un grupo de unas ochenta personas, en su mayoría jóvenes, quienes aseguraron que huían de los intentos de secuestro por parte de hombres armados y enmascarados en el sector de Medias Aguas, Veracruz.

Los hombres sudorosos, sucios y hambrientos aseguraron que unos desconocidos que se movilizaban en varias camionetas obligaron al maquinista a detener el tren en marcha, por lo que tuvieron que caminar varios kilómetros para huir del lugar.

Mientras varias madres los rodeaban haciéndoles preguntas sobre todo si en algún momento han visto a sus hijos, al tiempo que muestran los retratos que cuelgan de sus cuellos, estos empiezan a contar la odisea que a diario viven.

El más expresivo es el hondureño Erick Mejía, a quien al final sus acompañantes lo instan a que relate lo recién vivido. Aún agotado por la larga caminata dijo que “unos maleantes allí nos quisieron secuestrar”. Y explicó que los desconocidos rodearon las vías del tren con sus vehículos y se hicieron pasar como funcionarios de Migración. Los hombres vestían de negro y se cubrían el rostro con pasamontañas, pero ellos pudieron distinguirlos porque Migración les ha impartido algunas charlas y esas camionetas no tenían logotipo, indicó.

Mientras Mejía hablaba los demás admitían lo que su compañero de aventuras relataba sobre lo sucedido. Ninguno de ellos se conocía, hasta que se encontraron en la aventura de intentar cruzar la frontera hacia Estados Unidos, ahora se protegen unos a otros.

“Corrimos hasta donde pudimos (…) querían hacer una redada masiva, tenían seis camionetas escondidas y dos frente a la locomotora”, apunta Mejía, quien intenta, por segunda vez, cruzar la frontera en busca de trabajo porque en su país no hay alternativas.

Al salir el sol el lunes descubrieron que hacían falta dos de sus compañeros, eran unos señores, uno de 54 y otro de 60 años, señalan. “A lo mejor fueron las dos personas que agarraron. Son grupos delictivos que se dedican a secuestrar a los migrantes para extorsionar a nuestros familiares”, refirió Mejía.

Lo peor es que a las casas que sirven como albergues de migrantes ingresan unos llamados “halcones”, son los grupos espías de ellos, para conocer qué persona tiene comunicación con familiares en el norte y así secuestrarla cuando llega a las vías del tren para luego extorsionar a sus familiares.

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COMENTARIOS

  1. centroamericano
    Hace 11 años

    que triste que es la vida de los centroamericanos por causa de miseria que se vive en el itsmo,, talves en tiempos antaños no era tan asi la necesidad de emigrar en busca de mejor vida,, en epocas de la union centroamericana o sea estado unidos de centroamerica…( se escucha mejor )

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