La participación de Nicaragua en una aventura económica internacional como el Alba y su falsa moneda sucre, ya se había intentado durante los años ochenta.
El sucre, inventado por Hugo Chávez para usarlo como unidad de pago en el comercio entre los países del Alba, es una moneda inexistente, no tiene valor de reserva ni de divisa internacional como el dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina británica, el yuan chino y el franco suizo.
El sucre, al que Daniel Ortega le está dando fuerza de ley por medio de sus diputados en la Asamblea Nacional, es prácticamente una mala copia del “rublo convertible”, como se llamaba la moneda simbólica creada por la antigua Unión Soviética para usarla como medio de pago en el comercio entre los países comunistas de aquel entonces, los cuales, para fines económicos y comerciales se asociaron en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (mejor conocido como Comecón). Algo que era ni más ni menos que lo que ahora es el Alba, para los países de América del Sur y las Antillas que han sido embarcados por sus gobernantes populistas en la aventura del “socialismo del siglo XXI.
La Unión Soviética creó en 1949 el Comecón, como una alternativa al Plan Marshall de EE. UU. para financiar la reconstrucción de la parte democrática de Europa, que fue devastada por la Segunda Guerra Mundial. El Comecón era propiamente un instrumento de comercio internacional socialista, dotado de una moneda simbólica “fraterna” como era el rublo ruso llamado convertible, a pesar de solo lo podían usar los gobiernos de los países miembros del Comecón en sus transacciones comerciales.
Como era de esperarse, el rublo convertible le causó a los países miembros del Comecón más problemas financieros que los que supuestamente iba a resolver. De manera que los países comunistas que permanecieron en el Comecón hasta el fin, o sea hasta el derrumbe del comunismo en Europa Oriental, quedaron con enormes deudas en divisas verdaderas con los países occidentales, pues no pudieron prescindir del comercio con estos ni de las transacciones con dólares, ya que sus monedas nacionales y el tal rublo convertible eran inservibles.
Aún así, en 1984 el régimen sandinista de los años ochenta afilió el país al Comecón, bajo el estatus de “miembro observador”, pues la idea que prevalecía en los gobernantes de aquella época era que Nicaragua sería otro país comunista igual a los demás que giraban en la órbita económica y política de la Unión Soviética.
Apenas cuatro años después, en 1988, la Unión Soviética permitió que sus satélites establecieran tratados comerciales por separado con la Comunidad Europea. Luego, en enero de 1991 los países del Comecón decidieron que el comercio entre ellos sería solo sobre la base del dólar, la libra esterlina y otras divisas internacionales capitalistas; y en junio de ese mismo año ellos mismos clausuraron aquella fracasada experiencia comercial socialista. Y sin duda que ese es el mismo destino que le espera al Alba y al sucre.
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