Hellen Rivera
El 25 de febrero de 1990 conocimos una oposición aunque reprimida y temerosa, antepuso sus propios intereses por los de toda la nación, y logró que el país votara masivamente por la unidad, esta fue la coalición de 13 partidos de oposición al FSLN, se suponía el fin de una era de sangre y muerte, del rojo y del negro, pero las ansias de poder de unos cuantos y la ingenuidad de otros fue aprovechada por Daniel Ortega, el “divide y vencerás” fue su estrategia para volver.
En 2002 el presidente Enrique Bolaños llevó a Arnoldo Alemán a la justicia, pero también Daniel Ortega Saavedra tenía muchos crímenes por lo que tenía que haber sido enjuiciado. El FSLN y su pacto con Alemán, el ir y venir del PLC por salvar a su líder, que no les importó, cambiarlo por la libertad de una nación.
La inhibición de Ortega nunca fue una batalla a ganar fue solo un escándalo de telenovela y sin ningún problema logró ir a elecciones siendo inconstitucional, y lo ha sido desde 1990 como el candidato eterno de este país sin oposición.
Para las elecciones presidenciales del 2006 ya el cuadro estaba listo, la fórmula para la victoria del FSLN era el bajo porcentaje para ganar de tan solo el 35 por ciento de los votos y combinado con la división de sus adversarios de derecha le darían la victoria. Y así fue como José Rizo Castellón y Eduardo Montealegre llegaron a elecciones en 2006 separados, Ortega ganó con el 38 por ciento, y los votos obtenidos por la ALN y el PLC juntos sumaban un 55 por ciento, la unidad era la única salida y estos dos políticos no cedieron, de haberlo hecho la historia sería otra.
El 5 de noviembre de 2011, el orteguismo nuevamente ganó las elecciones por la vía del fraude y la oposición sin ganas de presionar o exigir el derecho que nos fue arrebatado, las pruebas en abundancia, pero la resignación fue rápida para unos, y los otros se quedaron esperando las elecciones municipales, con el mismo circo y los mismos cirqueros, el mismo fraude y los mismos candidatos.
El 60 por ciento o más de la población votante de Nicaragua rechaza a Daniel Ortega y ha afirmado de forma consistente desde hace años que votará por cualquier candidato con tal de impedir que Ortega regrese al gobierno, y para muestra en 1996 fue elegido a Arnoldo Alemán a pesar de no ser un candidato agradable para muchos, desde que fue alcalde de Managua, y en 2001 eligiendo al ingeniero Enrique Bolaños que tampoco era un candidato con carisma para el país, pero la unidad es la clave y la pesadilla del orteguismo.
En todos estos acontecimientos desafortunados que nos llevaron de nuevo a la dictadura, ¿dónde estaba la oposición? Nicaragua necesita una oposición activa, con una clase política de hombres y mujeres insobornables, patriotas, demócratas, y libres de pensar, que antepongan el bien de la nación sobre sus intereses mezquinos, que no se acobarden por las trampas y enredos del orteguismo, capaces de impedir que unos cuantos manipulen las leyes a su antojo y conveniencia, que sean estrategas, genios y rebeldes que piensen como uno solo por el bien de todos, salvar las nuevas generaciones de la ignorancia y la necesidad forzada, de la manipulación y adoctrinamiento, necesitamos una oposición que entienda que el hombre es hombre por tener y cumplir sus leyes y no degradado a animal por no tenerlas, aún no es tarde para demostrarle a Ortega que con la unidad de la oposición nos libraremos de su dictadura.
La autora es ingeniera agropecuaria.
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