Los jóvenes en Nicaragua representan más del 67 por ciento de la población, con una falsa tasa de desempleo del 8.6 por ciento. Este sector mayoritario es el más discriminado por el aparato estatal y empresa privada, en el cual no se les garantiza el cumplimiento de sus derechos a la igualdad de oportunidades, recogidos en el artículo 5 y 27 de la Constitución, y la Ley de igualdad oportunidades, de la cual no existen autoridades con capacidad y presupuesto para darle seguimiento, y una dirección de la empresa privada, que no ve más allá de sus intereses individuales, debido al pacto Gobierno-empresa.
Actualmente, la oportunidad de tener acceso: a la educación de calidad, al empleo formal, al deporte, al financiamiento de proyectos emprendedores, a las nuevas tecnologías de la información y a la cultura, de forma equitativa e igualitaria, no existe para la mayoría de la población joven y en lo absoluto, en los jóvenes que no están en círculos cercanos allegados al partido de gobierno o a la cúpula empresarial.
Por lo que un joven de clase económica media y los pobres en general no gozan de la oportunidad de alcanzar sus sueños, de que para un joven pobre, que vive con menos de dos dólares al día, pueda seguir la escuela por la necesidad de tener que vender agua para poder alimentarse él y a su familia, de que para un joven recién graduado pueda acceder a la universidad pública, de que para un periodista es tener acceso al financiamiento para construir un medio de comunicación, ya que el actual sistema frustra ese sueño que para la mayoría de jóvenes tiene que someterse a la ley de la sobrevivencia, la cual los obliga a trabajar en lo que menos han pensado y han soñado, pero tendrás que hacerlo para poder sobrevivir, ya que nuestro actual sistema forma más empleados, que empleadores, en carreras no aterrizadas a la realidad local y necesidades del país, siendo el resultado el desempleo juvenil.
Entre otros problemas, el desempleo en Nicaragua es tener una gran masa de profesionales que sobrepasa la demanda laboral y falta preparación de técnicos que el sistema necesita para crear ese equilibrio entre la oferta y la demanda laboral. Siendo la voluntad política y el vacío en la aplicación de programa de emprendimientos, el eje de este problema es mirar la educación como un lujo y no como un derecho.
La falta de oportunidades provoca la desintegración familiar, el alcoholismo, la violencia, perder el deseo de hacer nuestros sueños realidad, por lo que también provoca desencanto de la vida, frustración personal y profesional. Por otra parte, nuestros jóvenes no nacen o se hacen delincuentes. Están en las calles aplicando la ley de la sobrevivencia y frustrados en contra del sistema excluyente, hoy están en las drogas, en el crimen, transformados en antisociales, pero la falta de oportunidades los convirtió en ello. Por otra parte, contamos de una canasta básica superior al salario mínimo, la cual sigue en aumento y con salarios que se mantienen estables desde hace 12 años. Estos diferentes factores los podemos ver reflejados, en tres de cada cuatro delitos que son perpetrados por jóvenes, entre los 15 y los 25 años de edad en Nicaragua.
Nuestro única esperanza es que nuestra juventud salga a la calles a hacer historia y obtener un diálogo con resultados, entre empresa privada y Gobierno, logrando a corto y largo plazo para obtener los beneficios del bono demográfico a través de una política pública con presupuesto.
El autor es presidente ejecutivo, Asociación Nicaragüense de la Sociedad Civil.
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