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Cartas al Director

La cultura y  poder

El proceso de banalización de la cultura ha contribuido a que se acentúe la indolencia política que es un mal que afecta a todo el país.

Octavio Paz afirmaba: “Un intelectual es una conciencia” que en la sociedad actuaba como un referente obligado para crear opinión, con sentido crítico y agudo, denunciaba injusticias, se ponía al frente de las demandas cívicas, etc., algo que aquí (salvo honrosas excepciones) no ocurre, parte de la clase intelectual coquetea con el poder, al verdadero intelectual, la cultura le demanda un profundo estudio de las artes, la filosofía, las ciencias, la literatura, etc. porque en cada una de esas disciplinas absorbemos un trozo de historia y de saber que nos prepara para moldear nuestro pensamiento, haciéndolo razonar decantando nuestras convicciones humanistas para poder separar la paja del grano, la cultura te hace más libre, sensible y lúcido, contribuyendo a reducir las injusticias y a alcanzar la libertad.

En nuestro país predomina una forma de hacer política cínica, y demagógica. El actual e ilegal mandatario nos quiere hacer tragar a los ciudadanos que vivimos una “edad de oro” en un país de leche y miel, mientras que de forma descarada hace pedazos la Constitución, viola las leyes a su antojo, reprime a sus opositores, se burla de la voluntad popular, se enriquece desmedidamente y al final su consorte, cual pitonisa y con voz melosa nos anuncia “La alegría de vivir en paz”.

Todo lo anterior es parte de lo que se denomina “cultura de masas”, al anular al individuo pensante nos vuelve un ser gregario y borreguil, nos quieren dar la sensación de estar en el reino de Dios terrenal, haciéndonos creer que vivimos una bonanza económica sin precedentes, solo porque las cúpulas políticas y empresariales se acomodan tranquilamente al modelo fascista que hoy nos gobierna aunque el Estado de derecho esté hecho añicos.

La juventud y principalmente la universitaria otrora fue la protagonista de las grandes luchas, hoy no pasan de ser grupos de solitarios indiferentes, esnobistas y amantes de la “cultura de marcas” como dice Vargas Llosa, las universidades dejaron de ser casas del pensar y razonar y lo peor, la autonomía universitaria no es más que una quimera ya que actualmente la universidad nacional no pasa de ser un apéndice partidario; privando a la juventud de la lucidez y libre albedrío, volviéndoles masas obedientes y por tanto oprimidas.

Ojalá que los intelectuales retomen su papel de compromiso cívico y moral de pensadores de la sociedad que oriente y dirija los ímpetus de democracia y libertad que todos anhelamos, sometiendo al poder a una constante evaluación crítica de su ejercicio para que impidan a este, el establecimiento de tiranías e iniciar el trágico ciclo histórico tiranía —sangre— dolor y pobreza.

Pavel Molina

Fraternidad en Cuba

Hace unos años esta noticia era imposible de creerla, gracias a la presión de todo un pueblo y las protestas de todo un continente es que se está dando una tímida apertura en la isla más grande de las Antillas, la bella Cuba que aún es propiedad de la dictadura de los hermanos Fidel y Raúl Castro para avergonzar al mundo civilizado.

La Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios (FIHNEC) desde la oficina del líder internacional en Los Ángeles, EE. UU., doctor Richard Shakarian, está invitando a la XIV convención nacional de la fraternidad en Cuba la que se realizará los días 22 y 23 de noviembre en el lujoso hotel Tritón de La Habana, los que tengan la oportunidad de asistir podrán disfrutar de una caminata desde el histórico hotel Hilton, confiscado por Fidel en 1959 y conocido ahora como el hotel nacional pasando por el hotel Riviera y el malecón hasta llegar al Tritón, muchos de los lugares que el cubano común y corriente tienen prohibido visitar.

Por tratarse de un encuentro cristiano donde no presentan nuevas iglesias ni religiones solamente a Jesucristo como sanador y salvador es posible que se le permita asistir al héroe nacional cristiano Andrés Carrión aún detenido en las cárceles de La Habana vieja por atreverse a gritar desde el centro de la plaza: “¡abajo el comunismo!” Grito que aún resuena y lo pudo escuchar su santidad el papa Benedicto XVI antes de oficiar la misa campal ante un millón de cubanos en su histórica visita a la isla.

Dios quiera que este importante encuentro de fraternos ayude a un pueblo ansioso de paz y de amor a Jesucristo, aunque ese amor no lo puedan demostrar públicamente porque la dictadura lo prohíbe, el mensaje ya está adelantado, dice el Señor: “Te he llamado en justicia y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo que pronto será luz a las naciones”, Isaías 42:6.

Leopoldo Villalta López

Solo Jesucristo salva

Conforme al evangelio de San Juan es necesario recibir a Jesucristo como el Señor y Salvador para ser salvo (Juan 1:12). Al aceptar a Jesucristo se nace de nuevo, condición indispensable para ver el reino de Dios (Juan 3:3).

Es necesario nacer de nuevo de agua y del Espíritu para entrar en el reino de Dios (Juan 3:15). De agua, por cuanto debemos arrepentirnos o sea cambiar nuestra forma de pensar, desprendernos del pasado y creer en Jesucristo (Juan 6:47). Del Espíritu, porque al recibir a Jesucristo como el Señor y Salvador, se confiesa creer en Él (Romanos 10:9) y es en ese momento en que somos sellados por el Espíritu Santo (Efesios 1:13), el cual nos guía a toda la verdad (Juan 16:13).

Jesucristo para los hombres es la vida y la luz de la verdad (Juan 1:4), Él vino a este mundo a dar testimonio de la verdad, Él que oye la verdad oye su voz (Juan 18:37), y el que oye su voz ha sido llamado por Dios (Juan 6:44).

Para salvación es indispensable y suficiente aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, naciendo de nuevo de una forma voluntaria y consciente de creer en Él, siguiendo el llamado que Dios nos hace (Juan 6:44); pero de igual manera es necesario alimentarnos diariamente con su palabra, con su mensaje, meditar en ello y cumplir sus mandamientos, esto es alimentarnos con el pan vivo de su carne y su sangre (Juan 6:51-57).

Si conocemos la palabra de Jesucristo y permanecemos en ella seremos verdaderamente sus discípulos y seremos libres al conocer la verdad de su luz (Juan 8:31-32). Si conocemos su palabra lo conocemos a Él y a Dios Padre, esto es la vida eterna (Juan 17:3).

La salvación no se puede asegurar por medio de una práctica religiosa o siendo parte de una iglesia, sino por una relación personal con Jesucristo. Si tenemos el llamado de Dios, sentiremos agrado y paz al leer los evangelios para conocer a Jesucristo y a Dios, seremos bienaventurados al sentir hambre y sed de su palabra, y sentiremos necesidad de aceptar a Jesucristo como nuestro único y verdadero Señor y Salvador personal.

Solo de manera personal hacemos válido para nosotros mismos el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario, de nacer de nuevo espiritualmente, que su sangre nos limpie de pecado y de ser adoptados como hijos de Dios.

José Rocha. Escritor

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