Cuando ya todo estaba listo en España para recibir a los jefes de Estado de Iberoamérica para la Cumbre que celebra el bicentenario de la Constitución de Cádiz, el presidente inconstitucional de Nicaragua, Daniel Ortega, comunicó al gobierno español que no asistiría por “motivos de fuerza mayor”.
Un par de horas más tarde el diario El País, el más importante de España, titulaba “Ortega da plantón a la Cumbre de Cádiz por un premio de poesía a Cardenal”.
La nota explica un supuesto enojo de Ortega porque el poeta Ernesto Cardenal —fuerte crítico de su régimen—, recibió el jueves en Madrid el premio Reina Sofía de manos de la reina.
Si en realidad la razón para la ausencia de Ortega en esta Cumbre es su enojo, y el de su esposa, quien desde los años 80 mantiene una agria pugna de poetas con Cardenal, es una prueba clara ante los ojos del mundo que la pareja presidencial maneja este país como una pequeña finca.
Pero también es una muestra del oscurantismo informativo en que se maneja este régimen. Hasta el jueves en Nicaragua no había ni siquiera en los medios oficiales una palabra sobre si Ortega viajaría o no a España, cuando allá ya lo estaban esperando.
Pero tampoco podemos estar seguros si en verdad hay “motivo de fuerza mayor”. Está claro que tal motivo no es por problemas en el país, como sí es la razón por la cual el presidente de Guatemala se ausentó, ya que allá acaban de sufrir un fuerte terremoto. Pero aquí todo está, literalmente, bajo control.
La “fuerza mayor” podría ser una repentina enfermedad de Ortega, lo cual es posible ya que es un ser humano expuesto a enfermarse en cualquier momento, pero de eso nunca tendremos certeza pues, igual que en la dictadura cubana, el estado de salud del caudillo es secreto de Estado.
Lo que sí es seguro es que Nicaragua ha perdido una gran oportunidad al no asistir a esta Cumbre. Los presidentes, aún los inconstitucionales como Ortega, son los principales embajadores de sus países. La oportunidad de esta Cumbre Iberoamericana particularmente no se debería limitar, para un mandatario con visión de nación, a fortalecer lazos de amistad y buena voluntad con sus homólogos.
Nicaragua mantiene complicadas negociaciones con la empresa española Gas Natural que podrían terminar en la salida de la transnacional, algo que no sería bueno para la Inversión Extranjera Directa que tanto se necesita aquí. En lugar de buscar la buena voluntad del rey y del Gobierno español para que ayuden a encontrar una mejor salida a las negociaciones, se les hace un desaire de esta naturaleza, garantizando así precisamente lo contrario.
La única otra explicación a esta oportunidad perdida es que en realidad Ortega se sienta incómodo, al punto de sentirse enfermo, ante la sola posibilidad de ir a celebrar una Constitución que desde hace doscientos años proclamó la separación de los Poderes, las libertades individuales y la Libertad de Expresión como principios fundamentales.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A