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Plantas tras exigente certificación

Una carrera contra el tiempo han emprendido las plantas procesadoras y empacadoras de raíces y tubérculos. En julio del 2013 se vence el plazo que Estados Unidos y Puerto Rico otorgaron para obtener la certificación sanitaria y de buenas prácticas de manufactura, que les permitirá continuar vendiendo yuca, quiquisque, malanga y jengibre en esos mercados.

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Raíces y tubérculos mueven economía de Nueva Guinea

Lucydalia Baca Castellón

Una carrera contra el tiempo han emprendido las plantas procesadoras y empacadoras de raíces y tubérculos. En julio del 2013 se vence el plazo que Estados Unidos y Puerto Rico otorgaron para obtener la certificación sanitaria y de buenas prácticas de manufactura, que les permitirá continuar vendiendo yuca, quiquisque, malanga y jengibre en esos mercados.

Se estima que más del ochenta por ciento de la producción de raíces y tubérculos está en las Regiones Autónomas del Atlántico Norte (RAAN) y Sur (RAAS). Se procesa y empaca en siete plantas ubicadas en Nueva Guinea.

Las plantas iniciaron el proceso de certificación con el apoyo de Propemce (programa financiado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Finlandia y el Ministerio Británico para el Desarrollo Internacional).

[doap_box title=”Más necesidades” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Por haberse introducido recientemente estos productos no tradicionales en el mercado, y teniendo en cuenta que la mayor demanda está en el exterior, Propemce además de apoyar la certificación de las plantas ha creado alianzas con la Universidad Nacional Agraria (UNA) para producir nuevas variedades de semillas que le permitan al sector incrementar la productividad y aprovechar mejor las oportunidades del mercado. Con el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) buscan la cura para la plaga del mal seco que afecta principalmente el quiquisque, detalló Nadya Villavicencio, experta en crecimiento inclusivo de Propemce.

[/doap_box][doap_box title=”Fuente de empleo” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

Se estima que en la región de Nueva Guinea unos 12,000 productores se dedican a la producción de raíces y tubérculos. La comercialización del producto genera unos 500 empleos fijos y una cantidad no determinada de puestos de trabajo indirectos en la zona, dice Mauricio Mendoza Guzmán, gerente regional de la Asociación Pueblos en Acción Comunitaria (APAC).

[/doap_box][doap_box title=”Los rendimientos” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

80 quintales es el rendimiento promedio que se obtiene por manzana en el cultivo de quiquisque y malanga.

En el caso de la yuca el rendimiento es de hasta 200 quintales por manzana.

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Los productores temen no cumplir con la certificación en la fecha establecida. Es por eso que confían en que obtendrán una ampliación del periodo para “seguir aprovechando esos mercados”, sostiene Roberto Argüello Mayorga, presidente de la Comisión de Raíces y Tubérculos de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN).

Cumplir con lo que exigen esos mercados es clave. Imprescindible. Estados Unidos y Puerto Rico compran más del noventa por ciento de los tubérculos y raíces que exporta Nicaragua. Al menos esto es lo que demuestran las cifras oficiales.

Entre el uno de enero y el 25 de noviembre de 2012 las exportaciones de raíces y tubérculos a Estados Unidos sumaron 5.3 millones de dólares y a Puerto Rico 2.9 millones de dólares. Entre ambos mercados compraron 8.2 millones de dólares de los 8.8 millones de dólares que totalizaron las ventas al exterior de dichos productos.

NO ES FÁCIL LA CERTIFICACIÓN

Obtener la certificación es un proceso largo y costoso, pero no imposible. En una primera fase, las plantas deberán cumplir con las normas de higiene y otros requisitos que establece el Ministerio de Salud (Minsa) para obtener la certificación de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) que otorga esa institución.

Paralelo, también deben ceñirse a una serie de normas para recibir la certificación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) que otorga el Ministerio Agropecuario y Forestal (Magfor).

La semana pasada Empacadora Vargas se convirtió en la primera de las siete plantas de Nueva Guinea en recibir las certificaciones locales. Para lograrlo tuvo que invertir 400,000 córdobas para remodelar la infraestructura de la planta y adecuar las normas de higiene en las áreas de lavado, selección y empaque de los productos; además 800,000 córdobas para construir las oficinas.

Sin embargo ambas certificaciones nacionales no son suficientes, pero sí necesarias para obtener la internacional.

“Ahora comenzamos a tramitar la certificación de Análisis de Riesgo y Punto Crítico de Control (HACCP por sus siglas en inglés) que exige Estados Unidos”, explica Daniel Ruiz Hernández, administrador de la empresa.

Las certificaciones locales representan el ochenta por ciento de los requisitos que exige la HACCP. “Pero ahora nos resta cumplir el veinte por ciento restante de los requisitos que establece HACCP y esperamos cumplirlos antes de que venza el plazo para continuar exportando entre dos y tres contenedores semanales que tenemos contratados”, dice Ruiz.

Argüello por su parte confía en que el resto de plantas inicie pronto su proceso de certificación en los próximos meses y que durante la prórroga que esperan obtener todas logren cumplir el requisito.

Además, una vez obtenida la certificación HACCP de los Estados Unidos, se disponen a obtener la GlobalGap que exige la Unión Europea (UE). Esto les permitiría aprovechar las oportunidades que la entrada en vigencia del Acuerdo de Asociación (AdA) con la Unión Europea, con más de 500 millones de consumidores, les ofrece.

Otro de los planes de la Comisión de Raíces y Tubérculos de APEN es ampliar las áreas de siembra para incrementar la producción. Actualmente se exportan únicamente 300,000 quintales del producto y la demanda es mayor en el mercado internacional.

También diversificarán la oferta, con nuevas variedades de malanga y quiquisque y de nuevos productos como piña y papaya. El sector se propone alcanzar en el corto plazo la venta de yuca pelada y congelada.

Fernando Alvarado ha sido uno de los primeros productores en probar suerte. Mientras remodela su empacadora con miras a la certificación, produce entre 3,000 y 4,000 piñas semanales.

Otro gran reto que enfrenta el sector es la falta de financiamiento a través de la banca formal, que no destina fondos a este sector. Eso obliga a los productores a recurrir a las microfinancieras y otros medios de financiamiento que obstaculizan el crecimiento del sector, señala Silvio Fornos, de la comisión sectorial de APEN.

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