14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Homenaje a PAC

Me distes, oh dios un padre. El hombre más grande en mi vida, un hombre que llenó de fe, de amor y esperanza mi corazón.

Milagros C. de Rivers

 

A mi Padre Pablo Antonio Cuadra.

De su hija Ubaldina (Cantos de Cifar).

Me distes, oh dios un padre. El hombre más grande en mi vida, un hombre que llenó de fe, de amor y esperanza mi corazón.

Yo lo amaba y lo veía tan guapo, estoy tan orgullosa de él, y al decir que lo veía tan guapo, es para explicar que mi amor era ciego, pues nunca pude verlo feo, a pesar que me decían que lo era. Él me enseñó el amor y la oración ante Dios por una hija, él me aconsejó con palabras tiernas, con cartas en las que me decía: “Guardalas y leelas”, hoy leo y releo estas cartas, y cómo me dan sabiduría.Mi padre fue mi mejor amigo, él me comprendía y sabía mi amor por la poesía, como padre me decía: sé como la abuela Virgina, tu hogar primero, enterrá esos sueños, tus hijos son tus cartas, tu familia, cuidalos. Yo por un hijo, daría todos mis libros. Y era verdad lo que mi profeta decía.

Recuerdo que de niña nos fuimos a México a vivir por dos años, él trabajaba allá, los fines de semana nos llevaba al parque de Chapultepec, y nos hacia vivir momentos inolvidables, nos hacia soñar que éramos Robinson, brincábamos el agua y soñábamos que estábamos en una isla, él se escondía de nosotros para gozar viendo nuestras caras de susto, sobre todo cuando los tigres gritaban de hambre. Nosotros nos creíamos perdidos, él salía muerto de risa, para abrazarnos y consolarnos.

Los domingos nos íbamos de paseo con él, pero primero íbamos a misa a la iglesia de los venaditos. Al llegar a casa cargábamos el carro, con comida, gaseosa, los patines y muñecas con las que jugábamos. Cuando veníamos viajando, los paisajes de la carretera tan preciosos, el cielo azul y el campo estaba sembrado de claveles rojo y blancos y sentíamos el olor de los claveles y demás flores en nuestras narices. Mi papá siempre nos decía: escojan el árbol más bonito, allí nos bajábamos, poníamos un mantel y merendábamos. Mi papá iba a misa a diario, de casa a San Antonio y nunca nos obligó a ir, pero yo lo observaba y empecé a ir y así viéndolo a él, me contagió. Ya cincuentona, me vino a ver al cuarto y se puso a leer mis poemas y me dijo: “Están muy buenos, guardalos”. Mi papá me enseñó a amar a la Iglesia que fundó Cristo, a respetarla y obedecerla, él nos enseñaba el amor, siendo obediente a lo que nos enseña Cristo, con sus escritos, con su ejemplo, sobre todo con su humildad. Sirviendo a sus hermanos, dándose su vida fue un continuo testimonio, que es lo que nos deja de herencia. Hoy en sus cien años, a mí, a su familia y a todos los nicaragüenses, con amor.

Cultura Milagros c. de Rivers PAC poemas archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí