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Pedro Belli

En torno a la reforma fiscal

Una vez más estamos enfrascados en reformar el sistema impositivo. Como siempre, poca transparencia caracteriza las negociaciones pero me atrevo a decir, aún sin haber visto las reformas propuestas, que no se hará una reforma verdadera sino que se le pondrán parches a las leyes existentes.

Menos de 88,000 personas naturales (1.8 por ciento de la población) y solo alrededor de 18,000 personas jurídicas pagan impuesto sobre la renta. Aumentar la carga sobre este minúsculo número de contribuyentes no es ni justo ni eficiente. Es hora de que pensemos en una verdadera reforma que tenga como objetivo aumentar la recaudación, ampliar la base y el número de contribuyentes, aumentar la eficiencia económica y estimular la inversión y el crecimiento económico.

Hace 31 años dos economistas estadounidenses, Robert E. Hall y Alvin Rabushka, publicaron un artículo en el Wall Street Journal proponiendo un sistema impositivo sencillísimo, eficiente, de fácil aplicación y muy efectivo. Lo bautizaron “Flat Tax” que se ha traducido como “Impuesto de tasa única”. Las ideas influyeron la reforma fiscal de 1986 del presidente Reagan, quien redujo una multitud de tasas a solo dos, 15 por ciento y 28 por ciento. Después de eso, aunque el ímpetu se perdió en los Estados Unidos, pero se recuperó en 1994 cuando Estonia introdujo una tasa única de 26 por ciento. La reforma fue tan exitosa en recaudar fondos que pronto Estonia bajó la tasa a 21 por ciento. A Estonia le siguieron Letonia, Lituania, Rusia, Serbia, Ucrania, Eslovaquia y un sinnúmero de países. En la actualidad hay más de treinta países que han remplazado el impuesto progresivo con un impuesto de tasa única.

El sistema propuesto por Hall y Rabushka es, en el fondo, un impuesto al consumo diseñado para estimular la inversión, facilitar la recaudación y reducir la evasión. La base del impuesto a personas jurídicas es el ingreso menos la inversión. A las ventas de bienes y servicios se les resta (a) las compras de bienes y servicios a terceros, (b) los sueldos, salarios, pensiones y dietas, y (c) las inversiones en planta y equipo. Al remanente, que es la base del impuesto, se le aplica una tasa única. Los dividendos no se vuelven a tasar porque forman parte de la base tasable.

La base del ingreso personal son los sueldos, salarios e ingresos por pensiones privadas (no las del INSS). De este monto se deduce una exención y al remanente se le aplica la misma tasa única, lo cual hace que el impuesto sea levemente progresivo.

El impuesto ha sido popular por varias razones. Primero, es fácil de calcular y de administrar. El impuesto es igual a la base multiplicada por la tasa única. Tanto para las empresas como para las autoridades, el impuesto es fácil de calcular. Para las personas naturales, el impuesto es igual a la base menos la exención y el resultado multiplicado por la tasa única. Hall y Rabushka se jactaban de que los cálculos caben en una tarjeta postal.

Segundo, el impuesto es hermético. Todo pago a terceros se puede deducir de la base y se reporta a las autoridades. A su vez, el receptor de ese pago tiene que incluirlo como ingreso en su declaración. Si la empresa no reporta el pago, paga impuesto sobre el pago no reportado. Si reporta el pago, reduce su carga tributaria, pero tiene que reportar el pago a las autoridades. Por lo menos en el sector formal el sistema es hermético.

Tercero, es fácil de controlar. Como las tasas impositivas para los individuos y para los negocios son idénticas, los negocios pueden retener un monto equivalente al impuesto correspondiente a cada empleado, ya que la tasa impositiva es igual para todos. Por lo tanto, es fácil captar el impuesto a los empleados, directores y pensionados en la misma fuente.

Cuarto, el impuesto estimula la inversión. La inversión se deduce de las ventas en su totalidad en el año en que se realiza. Mientras más alta la inversión, menor es la carga impositiva.

En resumen, el impuesto de tasa única estimula la inversión, es práctico, eficiente, fácil de calcular, fácil de recaudar, y difícil de evadir. Por esto ha dado tan buenos resultados doquiera que se ha adoptado. Además, es muy flexible. Si es necesario aumentar o disminuir la recaudación, se puede subir o bajar la tasa. No es necesario reformar todo el sistema.

En aras de estimular la inversión, reducir el costo de pagar impuestos y aumentar la recaudación, deberíamos de considerar adoptar un impuesto de tasa única y olvidarnos de ponerle parches a las leyes existentes.

El autor es economista.

Opinión Economía Nicaragua reforma fiscal archivo

COMENTARIOS

  1. Jose Rivas
    Hace 11 años

    Seria un buen sistema de recaudacion y mas justo, pero bien sabemos que no es lo que les interesa a los gobernantes de nuestro pais, ellos buscan la manera de “exprimir” al trabajador lo mas que puedan mientras estan en el poder. y por su parte los “sabios” asesores les interesa enredar tanto las cosas que ellos sigan siendo “impresindibles”. asi que desgraciadamente este sistema es un sueño para los ciudadanos y una pesadilla para los que toman decisiones en el pais, en temas tributarios.

  2. Crac
    Hace 11 años

    Este impuesto elimina el IVA?

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