El hombre que abre la puerta de la lúgubre habitación en que reside, me es desconocido. No, no es que esperaba encontrarme con el Argelio Córdoba ocurrente de siempre, el de las frases explosivas que inspiraban portadas en los diarios e invadían la televisión, pero no imaginé tropezarme con esta expresión de tristeza profunda y sentido de pérdida.
A los 78 años, quizá no se espera que alguien todavía saque agua de una piedra, pero el gesto dramático y el rictus sufriente que ahora presenta el otrora chispeante timonel, te invita a pensar en lo peor. Y aunque conozco sus dotes de teatralidad, sé que sus gestos son sinceros y que libra una batalla por sobrevivir que se le ha tornado cuesta arriba.
Está tan próximo a mí que estrechó su mano y recibo su abrazo, pero a la vez, lo siento tan distante que le digo mi nombre porque temo que no me reconoce. “¿Así que eres el negrito, pues? ¡No me digas! Cocho chico, ¿qué te pasa?”, riposta en tono de broma. Entonces sé que estoy hablando con Argelio Córdoba, solo que en su versión más disminuida.
Nacido en Cuba el 17 de octubre de 1934, Córdoba fue un destacado pelotero durante la primera etapa de la Liga Profesional de Beisbol en Nicaragua. Luego se hizo mánager y dirigió a la Selección de 1972, sino la mejor, al menos la más venerada de la historia y en gran parte por aquel triunfo 2-0 ante Cuba, logrado hace 40 años en el Mundial nica.
EL DIÁLOGO CON LA PRENSA
:::Me alegra mucho verte, ¿cómo estás?
Tú sabes cómo es esto. Uno batalla y batalla, y la vida te lleva hasta donde ella quiere. Estoy complacido de verte y de que me entrevistes, porque eso significa que todavía se acuerdan de mí. Significa que aún estoy vivo. Que aún respiro. Estoy luchando por no dejarme morir.
:::¿Pero ha sido una batalla difícil?
¿Difícil? durísima chico. Más dura que el acero. Olvídate.
:::¿Por qué Argelio?
Bueno, porque sin trabajo, ya tú sabes las dificultades que se pasan. Ahora me dieron una buena noticia porque me van a pagar la casa que alquilo, que es algo que me estaba ahogando. Julio Velásquez (exalcalde de Chinandega) me había conseguido una pensión de mil córdobas, pero eso no me dada ni para pagar la casa, ahora ya me voy a quitar esa presión de encima.
:::¿Pensás que no se te ha pagado bien tu aporte al beisbol?
De eso no quisiera hablar, porque no quiero criticar a nadie, pero sinceramente he recibido muy poco. Yo esperaba una vejez diferente, un poco más digna. En una comodidad que no la tengo, pero qué se va a hacer. Sabes que es lo peor, que tú creas que aún puedes ayudar, pero la gente crea que no te necesita, que ya lo saben todo.
:::Y si ves hacia atrás, ¿te ha gustado lo que has vivido?
Si muero y vuelvo a nacer, volvería a ser pelotero. Qué vida más bonita la del atleta. Yo conozco cuatro continentes —solo me faltó el África— y con mi dinero no habría hecho eso. Así que al beisbol le agradezco todo lo que me dio. Y al país en general, que me acogió como suyo y me dio cobijo y pan.
:::¿Y por qué estás solo?
Cuando me fui a El Salvador en 1978, mis hijos decidieron quedarse allá y yo me vine en 1984. Nos hemos distanciado. Tengo uno que vive en Oakland que vive pendiente de mí, pero él tiene sus obligaciones y eso yo lo entiendo perfectamente.
LA VICTORIA SOBRE CUBA
:::El beisbol te dio una victoria ante Cuba en el Mundial de 1972
Claro, y ese es uno de los detalles especiales en mi carrera, porque ese triunfo se logró gracias a la moral de todo un equipo, y la moral no se vende en la farmacia. Le ganamos a mi país, o al país donde yo nací, y esa es una de las cosas más lindas que me pasaron.
:::¿A menudo recordá ese juego?
Todo el tiempo. Imagínate, ese 2-0 no se olvida fácilmente. Recuerdo lo bien que lució la Selección. La confianza que tenían todos los muchachos en ellos mismos, incluso los que estaban en la banca, daban su aporte también con sus palabras. Fue extraordinario. Todavía hoy en día los felicito cuando los veo. Hicieron un gran trabajo.
:::¿Es verdad que ese equipo era como una familia?
Es verdad. Eran una familia. Ahí no había ladrones, porque tú sabes, siempre se pierde que una media o una gorra, pero en aquel momento, había armonía. Y eso se logró al hablar con los peloteros y hacerles ver el compromiso que teníamos. Ahí no se mencionaban a las mamás, porque las mamás no jugaron beisbol. Hoy en día es diferente.
:::¿Te esperaba una dama tras el juego?
Tú siempre con esas preguntas incómodas, chico. Eso no te lo voy a contestar, pero la verdad, fue una genialidad decirle eso a Julio Juárez quien estaba lanzando un gran partido y Cuba nos estaba presionando con dos en base. La gente pensó que iba a sacarlo, pero no. Juárez sabía cómo lanzarle a cada bateador, así que fui a darle un relax.
:::¿Cuál fue tu primera reacción al ganar el juego?
Traté de moverme hacia el montículo donde estaban Juárez y compañía saltando y ya la gente comenzaba a lanzarse al terreno, pero el tubo que estaba en el dogout me detuvo, y cuando veo hacia atrás, miro la cara de Calixto Vargas llorando, y ahí sí me asusté, porque tú sabes, Calixto es feo, pero llorando parecía mono, pero era una felicidad total.
LA MISIÓN
Nacido en la provincia habanera de Batabanó, Argelio Córdoba arribó a Nicaragua en 1956, cuando Managua aún tenía calles polvorientas y la carretera a Masaya estaba en construcción. Argelio, miembro del ejército cubano, fue enviado a la “misión” de jugar beisbol con el equipo Cinco Estrellas de la naciente Liga Profesional.
Tras un breve retorno a Cuba, Córdoba regresó a Nicaragua y justo aquí lo agarró el triunfo de la revolución cubana, por lo que debió quedarse, donde fue acogido como uno de los suyos y formó su familia. Se movió junto a El Salvador en 1978. Sus hijos decidieron no regresar en 1984 y ahí se desintegró su familia.
La victoria ante Cuba en 1972, que mañana lunes 3 de diciembre cumple 40 años, tiene un significado especial para “El Brujo”. El juego se estaba escuchando en una de las galeras de las cárceles cubanas y de recado en recado, un hermano suyo que estaba recluido ahí por haber sido mecánica de aviación, supo que Argelio estaba vivo. Veinte años después, se reencontraron en Miami, Estados Unidos.