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Las fases del crecimiento económico de Nicaragua

El Producto Interno Bruto de Nicaragua (PIB) creció a una tasa promedio anual del 2.9 por ciento entre 1929 y 2008, la cual se compara favorablemente con la exhibida por Europa Occidental en el mismo período, que fue de 2.7 por ciento. Sin embargo, la población nicaragüense aumentó a un ritmo del 2.5 por ciento promedio anual, con lo que el Producto Interno Bruto por habitante solo se incrementó a una tasa promedio anual del 0.4 por ciento.

Adolfo Acevedo Vogl (*)

El Producto Interno Bruto de Nicaragua (PIB) creció a una tasa promedio anual del 2.9 por ciento entre 1929 y 2008, la cual se compara favorablemente con la exhibida por Europa Occidental en el mismo período, que fue de 2.7 por ciento. Sin embargo, la población nicaragüense aumentó a un ritmo del 2.5 por ciento promedio anual, con lo que el Producto Interno Bruto por habitante solo se incrementó a una tasa promedio anual del 0.4 por ciento.

Aquí se pone de manifiesto la influencia de la transición demográfica sobre las brechas de crecimiento del ingreso per cápita entre los países desarrollados y los países en desarrollo.

El crecimiento del PIB de Europa Occidental de 2.7 promedio anual se tradujo en un crecimiento del PIB per cápita de 2.2 promedio anual debido a que la población solo se incrementó un 0.5 por ciento promedio anual, gracias a que el proceso de transición demográfica dio inicio hace poco más de un siglo en esta región, es decir, un siglo antes que en Nicaragua.

En lo que respecta a la última mitad del siglo XX y lo que va del XXI,  podemos distinguir tres fases bien diferenciadas en el crecimiento económico de Nicaragua.

La primera abarca el período 1950-1977, la cual se caracteriza por rápidos e importantes cambios estructurales en la economía y un crecimiento del PIB per cápita del 2.9 por ciento promedio anual, pese a que el aumento poblacional era el más alto de que se tenga registro —un 3.1 por ciento promedio anual—, lo que significa que el PIB creció a un ritmo del 6 por ciento como promedio anual.

Es interesante recalcar el hecho de que el período de mayor crecimiento económico per cápita del país ocurrió en este período (1950-1977), es decir, en un período anterior al despliegue del bono demográfico.

Por tanto, se produjo en el contexto de una elevada tasa de crecimiento demográfico, una alta dependencia infantil y de un descenso de la participación de la población en edad laboral como fracción de la población total, es decir, en condiciones poco propicias para el crecimiento económico.

El crecimiento del PIB per cápita del 2.9 por ciento promedio anual se explicó por un incremento de la productividad media del trabajo del 3 por ciento promedio anual, y por un descenso del -0.1 por ciento promedio anual en la relación población ocupada/población total o tasa de ocupación global.

Este hecho es muy importante porque muestra que el incremento de la productividad puede, hasta cierto punto, compensar una declinación en la tasa de ocupación global como la que puede esperarse que ocurra en la fase de envejecimiento poblacional.

La segunda fase corresponde al período 1978-1991 y estuvo marcada por el conflicto bélico, el bloqueo comercial y financiero externo, la hiperinflación y sus secuelas, como resultado de lo cual el PIB per cápita decayó a una tasa promedio anual del -4.9 por ciento, retrocediendo varias décadas, mientras la población seguía aumentando a un ritmo del 2.6 por ciento.

El tercer período corresponde a 1992-2011, cuando el PIB creció a una tasa del 3.8 por ciento como media anual y el PIB per cápita lo hizo a un ritmo promedio anual del 2.2 por ciento. En esta última fase se está desplegando a plenitud el denominado bono demográfico, lo cual se refleja en el descenso de la tasa de crecimiento demográfico a solo 1.6 por ciento promedio anual, casi la mitad del que prevaleció en 1950-77.

En esta fase, el crecimiento del PIB per cápita del 2.2 por ciento promedio, mucho más bajo en comparación al período 1950-77, se explica por un crecimiento de la relación población ocupada/población total del 2.1 promedio anual y un incremento de la productividad del trabajo de apenas un 0.1 promedio anual.

Obsérvese que si la productividad hubiese aumentado al 3 por ciento promedio anual como lo hizo en la fase 1950-77, el PIB per cápita habría crecido al 5.2 promedio anual, y sería el doble del que es en la actualidad.

Es importante destacar que la menor tasa de crecimiento del PIB por habitante en este período, en contraste con el período 1950-77, se produce en las mejores condiciones posibles para el crecimiento económico, las del despliegue pleno del bono demográfico (lo cual indica que se está desperdiciando esta oportunidad, que existirá por un tiempo limitado, y por una sola vez). El estancamiento del crecimiento de la productividad, mientras el empleo como porcentaje de la población total ha estado creciendo fuerte, obedece a que la creciente fuerza de trabajo ha estado encontrando ocupación, en siete de cada diez casos, en empleos precarios e informales, de bajísima productividad, que por su alto peso ponderado en el empleo global ejercen una masiva presión a la baja sobre el nivel promedio de productividad.

Al contrario de lo ocurrido en Corea del Sur, en donde la creciente fuerza de trabajo encontró ocupación en sectores de creciente productividad, cada vez más intensivos en conocimiento, en Nicaragua la economía genera empleos, de manera predominante, en los sectores de menor productividad.

Estos empleos no demandan de una gran calificación para ser desempeñados, y a la vez son los únicos capaces de absorber a la mayor parte de una fuerza de trabajo con niveles promedios tan bajos de calificación, como la nicaragüense.

Es alarmante pensar que Nicaragua pueda arribar en tales condiciones a la fase de envejecimiento poblacional.

(*) [email protected]

Economía crecimiento PIB archivo

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COMENTARIOS

  1. Jorge López
    Hace 11 años

    Disiento de una afirmación del profesor Acevedo. La productividad del factor trabajo se ha mantenido estable. Lo que ha caído es la productividad de la tierra, porque valor de lo que produce el agro ha caído debido a que los precios relativos de los productos agrícolas se han deteriorado. En los últimos años los términos de intercambio de la agricultura han mejorado, lo cual ha abierto una oportunidad al crecimiento sostenible. Sin embargo, ello no resuelve la problemática planteada por

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