Vladimir Vásquez
Se pretende beneficiar a unas 800 mil familias de todas las comunidades que consideran vulnerables a los efectos del cambio climático.
Hasta el momento llevan 22 meses trabajando con los pobladores y este año se podría terminar con las evaluaciones necesarias para publicar manuales que muestren las técnicas a seguir, dependiendo de los problemas que surjan en cada una de las zonas en las que se estaba trabajando.
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Agustín Pérez sembraba hace unos años cerca de diez manzanas de diferentes productos, entre ellos frijol, maíz, sandía y ajonjolí. Este año solo logró llegar a las tres manzanas porque asegura que ya “está solo” y no tiene quién le ayude.
En la comunidad Jícaro Bonito, en Chinandega, los pobladores deben emigrar en invierno porque la crecida del río Guasaule inunda sus terrenos y destruye las cosechas.
Aquí la población debe buscar alternativas para comer en esa temporada, pero cuando regresan, a finales de noviembre, deben enfrentar otro problema: la sequía.
La comunidad se encuentra en el denominado corredor seco de Nicaragua y la falta de agua es evidente. “Aquí llega cada dos o tres días el agua potable”, explica Pérez.
COMUNIDAD EN PIE DE LUCHA
Esta y otras cuatro comunidades de Nicaragua ahora se disponen a luchar contra las inclemencias climáticas a través de las capacitaciones que reciben con el Proyecto de Fortalecimiento de las Capacidades Locales para Adaptación al Cambio Climático, impulsado por el Instituto de Capacitación, Investigación y Desarrollo Ambiental de la UCA (Cidea).
El proyecto trinacional llegará a 19 comunidades del Golfo de Fonseca, entre ellas nueve de Honduras y cinco de El Salvador.
El coordinador de Proyectos, Juan Ramón Bravo, explica que le enseñarán a los pobladores sobre cómo recolectar agua y utilizarla para sus actividades agropecuarias.
En el caso de aquellos cercanos al Golfo de Fonseca, se capacitará sobre el cuido de los manglares, para que se evite la erosión, la cual reduce las cantidades de peces que se pueden obtener para la alimentación.
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