Wendy Álvarez Hidalgo
Solo tres sectores de los nueves que conforman la economía nacional son altamente productivos, el resto son extremadamente improductivos y peor aún son los que más concentran la masa laboral de Nicaragua.
Las actividades económicas menos productivas son servicios personales y empresariales; le sigue agropecuario, silvicultura y pesca; comercio, hoteles y restaurantes; y en la cuarta posición se ubica construcción. Todos estos sectores, según cifras del Banco Central de Nicaragua (BCN) y la Encuesta Continua de Hogares, emplean al 82.6 por ciento del número de personas que trabajan en Nicaragua, lo que refleja, según los expertos, que la baja productividad es el principal “cuello de botella” de la economía nacional.
Los más productivos son electricidad, agua y alcantarillado; explotación de minas y canteras; transporte y comunicación; intermediación financiera y conexos; e industrias manufactureras. Y aunque son los que más inversión extranjera están atrayendo, apenas emplean a casi el 17 por ciento. Solo electricidad, agua y alcantarillado, que es el más productivo en Nicaragua, concentra al 0.5 por ciento de la masa laboral del país.
Pero el sector agrocupecuario que da trabajo a casi un millón de personas de las casi tres millones que están en el mercado laboral, es el segundo sector más improductivo de Nicaragua.
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¿Cómo lograron salir de ese atolladero? En palabra de Adolfo Acevedo, potenciaron los sectores que más movían la economía con visión de nación y mejoraron sus niveles de productividad.
Acevedo dice que la mayor mejoría en materia de productividad en Nicaragua se dio en los años 50 y 70, que fue cuando se garantizó financiamiento a los sectores productivos a través del Banco Nacional.
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El economista Adolfo Acevedo explica que los sectores con mayor nivel de productividad al acaparar una minoría de la fuerza laboral del país provoca que estos tengan impactos “minúsculos sobre la productividad promedio del país” y por ende en la economía.
El experto señala que el problema es que esta situación se agrava a medida que más personas se incorporan a laborar en los sectores menos productivos, esto tiene un impacto dominó en varios indicadores sociales, incluido el de pobreza.
Los empleos que se generan en los sectores más ineficientes son precarios, que requieren de mano de obra de baja calificación y con salarios bajos lo que repercute en las tasas de pobreza. Hasta 2011 el flagelo de la pobreza azotaba al 44.1 por ciento de la población y la extrema al 8.2 por ciento, según la Encuesta de Hogares para Medir la Pobreza en Nicaragua (Fideg).
Acevedo recuerda que en el campo gran parte de los campesinos están en la escala de pequeños que trabajan pedazos de tierra sin ningún tipo de acompañamiento técnico, sin tecnología, sin financiamiento. Igual ocurre, añade, los trabajadores que están en el comercio.
El IV Censo Nacional Agropecuario (Cenagro) revela que en Nicaragua solo el 14.73 por ciento de los 262,546 productores que hay en el país reciben financiamiento y el 17.5 por ciento goza de asistencia técnica o capacitación.
El especialista recuerda que en los sectores más productivos es donde hay mano de obra calificada. “Son sectores donde se aplica la tecnología. Entonces como en los sectores improductivos predominan los empleos precarios e informales, entonces hay ingresos bajos y eso impacta a la pobreza”.
El economista Sergio Santamaría dice que si se quiere ganar la batalla a la pobreza sin duda elevar la productividad debe ser el primer paso, para mejorar el ingreso en los hogares y por ende el consumo.
Pero ¿cómo se mide la productividad del trabajo y sectorial? El economista Alejandro Aráuz sostiene que el término de productividad es “complejo”, pero señala que existen algunos indicadores como el rendimiento del trabajo, el rendimiento del capital, el rendimiento empresarial, la eficiencia del entorno de una empresa, la tecnología, cómo se compite con otros países, la organización empresarial, el rendimiento del crédito, entre otros.
Aráuz infiere que sí hay problemas de eficiencia, sobre todo en el sector agropecuario, particularmente en la tierra. “Un forma de reflejarse la baja productividad que afecta al país lo estás viendo en el poder de compra de su moneda, la paridad cambiaria, el castigo que tienen los productos nacionales en el mercado internacional por no llegar a tiempo o por calidades”, añade.
El especialista recuerda que un sector puede ser productivo pero no competitivo, es decir “puede tener buenos rendimientos, pero cuando ya ese producto va a salir a competir al mercado exterior por una serie de factores externos, costos de transporte, de transacción, el producto no puede competir”.
En esa misma línea Santamaría sostiene que al ser un sector productivo ineficiente un producto no puede ser exportado porque el precio que se paga en el exterior no logra ni cubrir los costos de producción de una mercancía. Tal es el caso del pollo y el arroz, los que son protegidos en el mercado nacional con aranceles a la importación, lo que afecta directamente al consumidor.
El papel que debe jugar la empresa privada, el Gobierno y las universidades en la lucha por elevar la productividad, es clave. Acevedo que se debe garantizar financiamiento a las empresas para que estas a sus vez se inyecten tecnología, mejoren las condiciones laborales, industrializar el agro, garantizar el financiamiento a largo plazo.
Acevedo dice que el momento de trabajar en el tema de productividad es ahora para aprovechar el bono demográfico, porque recuerda que dentro de 30 años empezará el proceso de envejecimiento y se hará en condiciones económicas precarias. La situación en tres décadas puede ser peor.
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