Especialistas médicos de varios países consideran que el cáncer que padece el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, está en fase terminal y es inminente su consecuencia mortal. Pero los médicos tienen que sacar esta sombría deducción de los indicios, porque la información oficial sobre la enfermedad de Chávez es manejada como un secreto de Estado.
La crítica situación del presidente Chávez es muy importante para Venezuela, sin duda, por el carácter autocrático y caudillista del régimen chavista y la incertidumbre que plantea al país su probable desaparición. Pero también es importante para Nicaragua, debido a la marcada dependencia económica del gobierno de Daniel Ortega con respecto a la Venezuela chavista.
Nicaragua, salvo en algunos excepcionales períodos de su historia siempre ha sido subordinada a intereses económicos y vaivenes políticos de otros países.
España, primero, Estados Unidos, después, la Unión Soviética y Cuba posteriormente, y ahora la Venezuela chavista, han sido las grandes y pequeñas potencias que se han turnado en la dominación sobre Nicaragua.
La revolución sandinista de 1979 “liberó” a Nicaragua de la dominación estadounidense que era propiciada por la dictadura somocista, pero la subordinó al imperialismo soviético comunista, el cual convirtió al país en una pieza estratégica de la Guerra Fría y la lucha contra Estados Unidos de Norteamérica por la hegemonía mundial.
Ahora, la grave enfermedad que sufre el presidente de Venezuela y su probable consecuencia fatal a corto plazo, es algo que afecta de manera directa a Nicaragua porque el régimen orteguista la ha unido al proyecto estratégico internacional de Hugo Chávez denominado revolución bolivariana y socialismo del siglo XXI, que es una nueva forma de neocolonialismo ideológico y político.
Ante el brusco agravamiento de su enfermedad, Hugo Chávez ha llegado al extremo de designar de manera contraria a lo establecido por la Constitución de Venezuela, a la persona que según él debe sustituirlo al frente del gobierno venezolano y de su aventura revolucionaria. Pero esto es un problema que tienen que enfrentar y resolver los mismos venezolanos.
En lo que respecta a Nicaragua, que en los últimos años ha incrementado sustancialmente su intercambio comercial con Venezuela, el sector empresarial nicaragüense ha demandado de manera prudente que los negocios entre ambos países deben ser manejados como asunto de interés nacional, por medio de un tratado de libre comercio entre ambos países. De esa manera, la súbita desaparición de Chávez y lo que pudiera ocurrir en Venezuela no afectaría a Nicaragua, como país.
Decimos como país, porque la relación de Hugo Chávez con Daniel Ortega es otra cosa. El respaldo económico de Chávez es determinante para la fortaleza del régimen orteguista. Pero sería infantil esperar que el orteguismo se va a caer o que cambiará por la falta de su mecenas venezolano. Lo cierto es que cualquiera que sea el desenlace de la enfermedad de Chávez, la restitución de las instituciones republicanas democráticas en Nicaragua solo puede resultar del esfuerzo de los mismos nicaragüenses, y de nadie más. Además de que ese sería el primer paso para la recuperación de la soberanía popular y de la autodeterminación nacional de Nicaragua.
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