El eje de la controversia parlamentaria durante la aprobación del Presupuesto General de la nación para el próximo año, ha sido la asignación de recursos financieros a la educación.
Según el líder económico de la bancada oficialista en la Asamblea Nacional, la asignación presupuestaria a educación para el próximo año se ha aumentado en 840.4 millones de córdobas (o sea más o menos 35 millones de dólares estadounidenses), en comparación con lo que se asignó a ese mismo rubro en el Presupuesto de 2012.
Sin embargo, diputados de la oposición criticaron que lo que está haciendo el gobierno es reducir la asignación presupuestaria a educación, en términos reales, pues bajará del 3.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de este año al 2.8 por ciento del mismo PIB en 2013.
Según la oposición, esa asignación a educación de 2.8 por ciento del PIB en el próximo año, contrasta fuertemente con el 7 por ciento del producto nacional, que según los organismos especializados en los problemas educativos y el desarrollo social, es lo que se debe asignar anualmente a ese rubro para poder asegurar un crecimiento económico sostenido, que permitiría al país salir de la pobreza en el mediano o largo plazo.
En realidad, salvo raras excepciones solo los países que asignan mayores recursos a la educación son los que se han desarrollado y enriquecido. Por el contrario, los que asignan menos recursos a la educación y además los distribuyen mal sectorialmente, como es el caso de Nicaragua, son los más pobres y están condenados a permanecer atrasados para siempre o por mucho tiempo más.
Se conoce que Taiwán y Corea del Sur, apenas hace un poco más de medio siglo eran países tan pobres, atrasados y dependientes como Nicaragua. Sin embargo, en determinado momento decidieron poner el énfasis de su atención y asignación de recursos en la educación y a partir de entonces comenzaron a convertirse en las potencias económicas y tecnológicas que son ahora.
Pero la experiencia internacional también demuestra que por si solo el aumento de recursos económicos a la educación no basta para que un país salga de la pobreza y se convierta en un estado desarrollado y próspero. Por cierto que así lo dejaron claro los diputados de la oposición durante el debate presupuestario de esta semana, sin pretenderlo, cuando al criticar al gobierno de Ortega por el mínimo 2.8 por ciento del PIB que está asignando a educación, lo compararon con el triple que invierte Honduras y el doble que se asigna en Ecuador.
A pesar de eso Honduras y Ecuador no son precisamente modelos de desarrollo, prosperidad y gobernabilidad democrática. Lo cual explica o ilustra que si bien es cierto que es indispensable asignar cuantiosos recursos a la educación, para poder salir de la pobreza y del atraso , y emprender el camino del crecimiento y el desarrollo, sin embargo la inversión tiene que ser en una educación de calidad, no en algo alienante que en vez de formar ciudadanos libres, mejores trabajadores y audaces emprendedores, lo que hace es reducir a las personas a la condición de súbditos de caudillos y borregos de desfile.
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