En el mensaje que emitió a fines de diciembre recién pasado, con motivo de la celebración de la Fiesta de la Sagrada Familia, la Conferencia Episcopal de Nicaragua expresó su gozo porque “la familia es valorada en Nicaragua”. Además, los obispos reconocieron el “trabajo pastoral cotidiano a favor de la familia de parte de la comunidad eclesial a través de tantos sacerdotes, religiosos (as) y laicos (as)”, lo mismo que el auge de “grupos, comunidades y movimientos comprometidos con el valor evangélico del matrimonio y la familia”.
Sin embargo, los obispos también han constatado y lamentan que “persista aún la violencia intrafamiliar, muchas veces producto del machismo imperante en nuestra sociedad en donde la dignidad no es reconocida ni respetada”. Y en consecuencia los prelados exhortan a que las familias “sean escuelas de comunión y promotoras de los grandes valores humanos y religiosos, asegurando un futuro de justicia y de paz para nuestro país”.
La preocupación expresada por los obispos en su mensaje sobre la familia, es confirmada por la penosa información que publicó LA PRENSA en su edición de ayer, 2 de enero de 2013, acerca de que en diciembre del año pasado 12 mujeres y una niña fueron asesinadas, la mayoría de aquellas por sus antiguas parejas; y agrega la información que en 2012 ocurrieron en el país más de 80 feminicidios, superando la cifra macabra de 76 mujeres que fueron asesinadas a lo largo del 2011. En la misma información se reporta que las comisarías para la Mujer y la Niñez, de la Policía Nacional, entre enero y agosto del 2011 atendieron 130,873 denuncias de violencia familiar, pero solo 23,509 fueron formalizadas. Esto a pesar de que precisamente en mayo del año pasado, entró en vigencia la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres.
Lo expresado por los obispos sobre la violencia doméstica, más la información sobre el incremento de las agresiones contra las mujeres a pesar de la nueva ley que teóricamente las castiga más drásticamente, confirma lo señalado ayer en este espacio editorial acerca de que la ley, la sanción judicial y la educación, por si solas no son suficientes para disuadir y mucho menos para erradicar la lacra humana y social de la violencia doméstica. Hay que agregarles el componente de la formación en los valores religiosos y morales.
Por supuesto que por separado tampoco la religión puede erradicar la violencia intrafamiliar. Sin embargo, investigaciones académicas han demostrado que las familias que practican más la religión son menos afectadas por la violencia doméstica. Así lo demostró, por ejemplo, un estudio de la Universidad de Puerto Rico, realizado en 2007, en cuyas conclusiones se dice que “la religión y la espiritualidad tienen un efecto protector contra la violencia doméstica”. De allí la gran significación que tiene el mensaje de los obispos de Nicaragua, que abogan por fortalecer la familia en base de los valores de la moral y la fe como el mejor antídoto contra el grave problema social de la violencia contra la mujer y doméstica en general.
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