DAMASCO/AFP
Para tratar de poner fin a sus ataques en el noroeste de Siria, controlado en tierra por los rebeldes, pero a merced de la aviación del régimen, centenares de combatientes del Frente yihadista Al-Nosra y otras brigadas islamistas atacaban ayer al ejército alrededor del aeropuerto militar de Taftanaz, a donde ingresaron un día antes, pero de donde fueron sacados, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Además, los insurgentes lanzaron antes del alba ofensivas contra una base encargada de la protección del aeropuerto internacional de Alepo, primer aeropuerto internacional cerrado desde el inicio de la revuelta en marzo de 2011, según el OSDH.
La violencia causó 39 muertos el jueves, según un balance provisional de este organismo. Las víctimas se suman al balance de la ONU de 60 mil muertos desde que comenzó la rebelión en marzo de 2011.
Karim Bitar, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), esta cifra “no tendría ninguna influencia a nivel diplomático”. Cree que “el mundo está ahora como anestesiado, insensible frente a esas cifras, que se convierten en estadística, con 150 o 200 muertos de más cada día. Como lo decía Stalin, ‘un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística’”.
Según el director del OSDH, Rami Abdel Rahmane, “los rebeldes y el ejército no revelan el número de muertos en sus rangos para no dar un golpe mortal a las tropas”.
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