Luis Orlando Cáceres Moreno, de 30 años, llegó ayer a las 11:00 a.m., al reparto Estela de Chinandega, pero antes de poner los pies en la humilde casa de su madre Virginia Moreno Castro, fue al templo Sagrada Familia ante la imagen de Jesús Sacramentado para dar gracias por estar vivo. Su madre lo esperó en el puesto fronterizo El Guasaule donde lo abrazó efusivamente.
Él conoció que un féretro fue repatriado desde El Salvador por su madre y velado en Chinandega. “Me siento alegre y a la vez triste porque se hizo un gasto innecesario. Arreglaré los papeles ahora para rectificar carta de defunción y regresaré a El Salvador porque tengo una niña pequeña de un año”, dijo el chinandegano.
Cáceres dijo que no planea visitar la tumba donde los familiares sepultaron lo que ellos creían hasta antes del 24 de diciembre, que eran sus restos.
La tarde del 24 de diciembre, cuando doña Virginia regresó de elaborar tortillas en el barrio Santa Ana, recibió una llamada que la dejó aturdida: su hijo está vivo.
Ayer, después que madre e hijo oraron y salieron a la calle, los vecinos lo veían y saludaban incrédulos.
Faustina Olivares, vecina, corrió a abrazarlo. “Lloro de la emoción, somos vecinos, lo conozco desde pequeñito”, dijo la señora.
La casa de la madre de Cáceres se llenó de amigos y familiares que deseaban verlo. Cáceres dijo que hace un mes supo que lo daban por muerto pero no logró comunicarse porque estaba fuera de El Salvador y de todas maneras se le habían perdido los contactos telefónicos.
“Al regresar pude obtener el número (de su madre) para llamar”, dijo Cáceres, segundo hermano de cinco hijos de doña Virginia.
Cáceres que labora en ocasiones como ayudante de albañil y en el acarreo de maletas para puestos de ropa, convive con la hondureña Cindy Oliveth García Velásquez. “Ella me aconsejó que viniera a ver a mi mamá”, expresó.
Las oraciones continuaron anoche con el sacerdote Erick Centeno, en la parroquia Sagrada Familia del reparto Estela.
VECINOS FELICES
Doña Julia Zavala, vecina, dijo que era un milagro que Cáceres apareciera vivo. Igual se expresó doña Abelina Saballos, quien señaló que a sus cien años jamás había conocido un caso igual y todo lo atribuye a un milagro del Señor.
A Imara Cáceres, hermana menor de Luis Fernando, le parecía mentira verlo a su lado. “Mi corazón no me decía que mi hermano estaba muerto”, dijo la jovencita. Reina María la hermana mayor del aparecido llamó ayer desde España para conocer del regreso de su hermano.
EL BIGOTE RARO EN LA CAJA
Doña Virginia (madre) recalcó que a ella los representantes de la funeraria no le dieron la identidad porque su hijo estaba indocumentado pero se trasladó a la morgue de San Miguel, El Salvador para reconocer el cadáver de quien había sido asesinado en un predio baldío.
“Me guíe por las señas porque fíjense, ahí tiene la cicatriz en el rostro y otra señal en una de las piernas, todo eso coincidía, lo único que miraba (raro) era el bigote, pero mi hijo también tenía bigote, entonces de seguro andaba tomando y se lo dejó crecer”, pensó la señora esa vez.
“Como seres humanos tenemos errores pero es una gran alegría tener a mi hijo después que lo hacía muerto, es una gran satisfacción, un gran milagro que Dios me esta regalando”, dijo la progenitora.
El féretro del desconocido fue repatriado desde El Salvador y velado en Chinandega desde las 6:00 a.m., hasta las 2:00 p.m., del pasado primero de octubre. En esa ocasión hubo un gasto de 1,800 dólares que doña Virginia obtuvo prestados.
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