Wendy Álvarez Hidalgo
Crece igual como lo hace el mercado Oriental: desordenado. Es quizás uno de los territorios departamentales más desorganizado del país. Está sobrepoblado y la producción de riqueza es de las menos eficientes, pese a ser el que más aporta al Producto Interno Bruto (PIB) del país. Aún así, Managua es el departamento más competitivo del país, según un estudio que realiza el economista Alejandro Aráuz.
Basado en más de 200 indicadores sociales, económicos, recursos naturales y empresariales, tomando como referencias rankings diseñados en países como Chile que han medido la competitividad territorial, Aráuz disgrega el nivel de competitividad por departamento dejando en la cola a Río San Juan y Madriz, territorios con altos índices de pobreza, pero con fuerte potencial productivo y turístico.
Entre los indicadores figuran el desempeño económico, desarrollo empresarial, educación, salud, infraestructura, ciencia y tecnología, gobierno, recursos naturales, en los cuales Managua obtiene un puntaje promedio de 81.3 de una escala de cien puntos.
Pero ¿qué hace de Managua, con 1.44 millones de habitantes (casi el 23 por ciento de la población de Nicaragua), el departamento más competitivo? Esto se explica —según Aráuz— porque tiene el PIB más grande a nivel global, tiene un nivel de infraestructura de mejor calidad respecto al resto de los departamentos, los costos operativos empresariales son menos altos, está la única terminal aérea internacional, entre otros.
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El economista Luis Murillo afirma por su parte que sí es posible descentralizar Managua, siempre y cuando haya voluntad por parte de los tomadores de decisiones. “Se tiene que tener una política más amplia de lo que es la política económica de un país. Hasta este momento los gobiernos han aplicado una política económica global disgregada”.
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Este esquema de competitividad, sin embargo, no es del todo positivo. Tiene su lado adverso en detrimento de los departamentos. Desde el punto empresarial, Aráuz señala que el problema es que debido a que todos los servicios públicos y de tramitologías se centran en Managua, esto ha ocasionado que los inversionistas y empresas se aglomeren en la urbe, pese a que en el interior hay más potencial productivo y de desarrollo.
El economista da un ejemplo claro de cómo las políticas públicas y fiscales, que han convertido a Managua en una ciudad centralizada, han afectado al resto del país.
Señala que mientras en los departamentos se paga el uno por ciento en impuesto por exportaciones, quienes registran su producción exportable en Managua están exentos de pagar esa carga impositiva.
“Entonces todas las empresas se establecen en Managua para no pagar ese impuesto. Es decir que Managua se apropia de toda la retribución económica de los departamentos, por su alta centralización y concentración de actividades públicas, de las mismas políticas fiscales, políticas municipales, etcéteras”, acota.
IMPACTA POBREZA
Para el economista, el principal departamento del país es competitivo pero el costo que debe asumir por ese desarrollo es alto: lastrar el potencial económico del resto de territorios locales impactando en las tasas de pobreza.
En Nicaragua —según la Encuestas de Hogares para Medir la Pobreza en Nicaragua (Fideg) a 2011—, el 44.1 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza y el 8.2 por ciento en pobreza extrema. Este flagelo afecta principalmente en la zona rural (61.5 por ciento de los pobres en el país).
“Managua tiene un gran problema de concentración de recursos, concentración de población, concentración de inversiones”, señala Aráuz. Acá operan las principales empresas del país, las que más tecnología de punta emplean en sus procesos productivos, las más grandes y modernas. El corazón financiero del país está acá.
Al ser Managua una ciudad altamente concentrada, eso ha ocasionado un éxodo poblacional procedente del campo. Esto presiona la repartición de la riqueza que produce este departamento, lo que hace que el PIB per cápita sea menor respecto al resto de los territorios. “El PIB per cápita es de bajo rendimiento”, afirma.
El problema —según Aráuz— es que la población de la ciudad tiene un bajo nivel de educación, lo que ocasiona que la riqueza que se produce sea muy baja respecto al número de habitantes.
Luis Murillo también es economista, catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Centroamericana (UCA) y también ha trabajado temas sobre desarrollo local. El especialista dice que se necesita un profundo estudio sobre el potencial de cada departamento, pues el problema es que la disponibilidad de información económica, social y empresarial de cada localidad es limitada. “Los datos que facilita el Banco Central de Nicaragua y el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio son muy disgregados”.
No obstante, reconoce que existe una fuerte centralización de decisiones y operaciones en Managua, que afecta el desarrollo del resto del país. Un problema que, según Murillo, data desde la Independencia de Nicaragua (1821) “por la aplicación de políticas económicas erradas y por la ausencia de una política territorial en aquellas zonas donde hay un alto potencial económico”.
La crisis se acentuó durante los períodos de conflictos bélicos. “El Pacífico no representa ni el 25 por ciento del territorio nacional, pero concentra a más de un tercio de la población del país”. Esto significa —añade— que aunque Nicaragua tiene un perfil eminentemente agrario, ese potencial no se está aprovechando porque en las zonas donde hay ese potencial hace falta más inversión en infraestructura, caminos, electricidad, acceso a servicios básicos, operaciones financieras, delegaciones estatales, entre otros.
En ese sentido, Murillo menciona que para las regiones del Caribe nicaragüense, que es el territorio más grande del país, debería existir una política de inversión territorial para atraer a inversionistas extranjeros y empresarios.
En el fondo la concentración de estrategias públicas en Managua, incluso el mismo Pacífico, también tiene su matiz político. A lo largo del tiempo —según el catedrático—, los políticos han concentrado sus iniciativas sectoriales en zonas donde haya mayor presencia de población, relegando a los territorios menos habitados.
En cuanto a la inmigración, Murillo señala que la gente joven, por ejemplo, que viene a Managua para estudiar ya no regresa a sus departamentos porque no ven “posibilidades de desarrollo en sus territorios”.
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