“El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda El hombre está hecho para la paz, que es don de Dios. Esto me ha llevado a inspirarme en las palabras de Jesucristo: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). Esta bienaventuranza “dice que la paz es al mismo tiempo don mesiánico y obra humana Se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación. Sí, la paz es el bien por excelencia que hay que pedir como don de Dios y, al mismo tiempo, construir con todas las fuerzas. Mensaje Jornada Mundial de la Paz. SS Benedicto XVI.
Monseñor José Leopoldo Brenes Solórzano, arzobispo de Managua, en su homilía del 1 de enero del 2013 afirmó: “Hoy el Papa nos invita a ser forjadores de la paz Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida. Quienes no aprecian suficientemente el valor de la vida humana, y sostienen la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta que de este modo proponen la búsqueda de una paz ilusoria. La muerte de un ser inocente nunca podrá traer felicidad o paz”.
La cultura de paz implica el deseo firme e irrevocable de convivir con el prójimo y toda la creación en armonía.
¿Dónde comienza la experiencia del prójimo sino en el seno materno? El primer prójimo a quien debemos respetar es al niño o niña por nacer.
Así como ningún éxito personal justifica la destrucción de la familia, ninguna razón socioeconómica justifica la muerte del niño indefenso en el vientre materno. El aborto procurado en forma directa o indirecta, bajo el pretexto de “curar” como ocurre en otras legislaciones es un atentado contra la cultura de la paz y es parte de la agenda del mal que recorre el mundo.
El niño por nacer no es una patología, ni un cáncer que necesite ser curado o extirpado para “sanar” a su mama de la “terrible enfermedad de la maternidad”.
La salud no es simplemente la ausencia de enfermedad, como la paz no es la falta de guerra.
Nicaragua logró disminuir la mortalidad materna de 140 a 60 por cien mil nacimientos en seis años a pesar de las sombrías predicciones de los abortistas.
Conducir responsablemente también es parte de la cultura de la paz para disminuir los 655 fallecimientos ocurridos en el 2012 y educar mejor a los jóvenes mediante iniciativas familiares, escolares, distritales e institucionales para exterminar la violencia contra la mujer, expresada en seis asesinatos mensuales en promedio.
Concluyo citando el mensaje sobre la familia de la Conferencia Episcopal: Que nuestras familias sean auténticas “iglesias domésticas”, en las que se acoja y defienda, se eduque y se promueva la vida. Que sean escuelas de comunión y promotoras de los grandes valores humanos y religiosos, asegurando un futuro de justicia y de paz para nuestro país. ¡Que María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, viva en el corazón de nuestras familias, confiriendo alma y ternura a la convivencia familiar!
El autor es médico, miembro de la Asociación Humane Vite
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