Han pasado 35 años desde la fecha aciaga cuando el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal fue asesinado por su incansable y ejemplar lucha contra la dictadura y el establecimiento de una auténtica república democrática en Nicaragua, hasta que por fin los poderes públicos le han hecho justicia a su memoria, al erigirle una estatua en el mismo sitio del centro histórico de Managua donde el 10 de enero de 1978 él fue acribillado a balazos por sicarios de las fuerzas tenebrosas.
En efecto, desde que en 1980 la Junta (sandinista) de Gobierno de Reconstrucción Nacional declaró Mártir de las Libertades Públicas de Nicaragua al doctor Chamorro Cardenal, los poderes del Estado no le hicieron todo el reconocimiento que su memoria merece, hasta que en octubre del año recién pasado la Asamblea Nacional lo proclamó Héroe Nacional de Nicaragua. Es cierto que el pueblo y la sociedad civil nicaragüense siempre han tenido en su corazón al doctor Chamorro Cardenal y lo han conservado en su memoria, como el gran paladín que señaló con el sacrificio de su vida el camino a la libertad. Pero es muy importante que los poderes públicos le hagan el reconocimiento oficial que merece, aunque por ahora solo sea de manera formal y declarativa. En todo caso, lo más importantes es que con su consagración como Héroe Nacional y el levantamiento de su estatua en el centro de Managua, los gobernantes reconocen la validez y permanencia de los principios y valores por los cuales luchó y murió el doctor Chamorro Cardenal.
Por otra parte, es importante reconocer que la consagración legal del doctor Chamorro Cardenal como Héroe Nacional, y la erección de su estatua en el parque que lleva su nombre, representa un triunfo de la oposición democrática en la Asamblea Nacional que presentó y defendió la iniciativa de ley correspondiente. Ahora resta que el poder legislativo también apruebe la iniciativa de ley de la Bancada Democrática, para que el parque de La Paz fundado por la presidenta Violeta Barrios de Chamorro en homenaje a la reconciliación y el fin de la guerra civil, sea declarado Monumento Nacional y se le rescate del deplorable abandono en que se encuentra actualmente.
Dirigentes de la oposición señalan que es un acto de oportunismo político que el actual Gobierno erija una estatua del doctor Chamorro Cardenal mientras atropella su legado y destroza la República. Pero la verdad es que lo más importante es que se reconozca de manera oficial, además del reconocimiento popular, que el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal es un Héroe Nacional de Nicaragua debido a su lucha y sacrificio por la libertad de prensa y la democracia.
Al fin y al cabo los gobiernos son pasajeros. Lo que permanece son los principios y los valores, y la lucha por la libertad. Los gobernantes desaparecen inevitablemente, en cambio, la memoria del doctor Chamorro Cardenal perdurará a través de los siglos.
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