Recorrían las calles bailando en los atrios de las iglesias durante las fiestas patronales de cada lugar.
La mujer con sombrero adornado con diferentes adornos y a veces con plumas de avestruz. En el varón era característico el sombrero de palma pintado o adornado con flores y cintas de colores y no le faltaba una toalla con la que ejecutaba la danza.
Otros promesantes eran los de los barrios y comarcas de Masaya que llegaban por grupos a pagar una promesa el día de la procesión de San Jerónimo. Formaban el grupo para la ocasión con parientes y amigos a quienes pedían cooperación por participar con ellos en el cumplimiento de la promesa.
Se vestían con mucho lujo. El vestido de la mujer era rosado con celeste de tela de satín. Usaban, igual que todos los promesantes, máscaras de cedazo, zapatos de raso, sombreros adornados y forrados de la misma tela que el vestido y plumas de avestruz. Adornaban sus manos con guantes y encima de ellos anillos, y se adornaban con aretes grandes, pulseras y collares de brillantes colores. En la mano derecha sostenían un abanico con el que ejecutaban la danza.
Estos dos estilos de promesantes desaparecieron de las fiestas patronales más o menos por los años 1969-1970.
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